Hablamos muchas veces del Rìo. Ese Río olvidado por los porteños, hoy declarado en terapia intensiva -al menos sobre esta margen-; ese Río color marrón al que Buenos Aires le levantó un muro de rascacielos como denotando, aún más, el olvido de épocas no muy remotas de la puerta por donde llegaron nuestros ancestros. Voy a la Banda Oriental y refrescando mentas de FJTU y los nombres de nuestras calles me siento en la cubierta a meditar.
Ese Río bello en los amaneceres que tiñen sus aguas de engañoso azul, en un esplendoroso émulo de algún mar, que reembolsa cada centavo que por metro cuadrado pagaron los privilegiados que viven en Puerto Madero... Ese río que gestó una cultura: la rioplatense; cultura que trasciende identidades nacionales porque es una unión regional de sangre que fluye como sus aguas color de león, una unión con nuestros ribereños hermanos uruguayos, esa que generó la mística del "Charco", ese charco que nos divide y a su vez nos une; ese que surcan ,como un perenne cordón umblical, los barcos que trasvasaron a generaciones de uruguayos y argentinos, célebres y anónimos, artistas, futbolistas, laburantes... esos barcos que nos trajeron enteritos de corderoy "Astronauta" para los pequeños porteños de los '60 y los '70 y se llevaron botines "Sacachispas" para los botijas que mueven la redonda tan bien como acá... Tan parecidos, tann diferentes, tan cercanos y tan distantes, tan heridos por la historia que no escatimó sangres, rivalidades y culebrones.
Buenos Aires tiene un río "al este", Colonia o Montevideo "están a la vera del gran río del oeste", es parte del su paisaje y fisonomía es alma de candombe y de tango, pero por estos pagos el tango se baila cada vez menos...
A veces veo cuando voy a La Plata por la autopista, los pilares de lo que alguna vez será ese postergado puente entre Buenos Aires y Colonia. Escasos y tristes hitos de hormigón, demagógica y delictivamente gestionados (hay préstamos del Banco Mundial pendientes de por medio), que me hacen preguntar qué distancias acortará tanto esfuerzo tecnológico. ¿Será para bien? ¿Será para mal? ¿Qué almas de cada lado del Río se alegran y cuáles tiemblan?... Incógnitas sobre el "Charco", ese que saltamos a menudo, ese que le da nombre propio a este rincón del mundo; hoy, dolorosamente, más ancho que nunca...
Con estas congojas, retorné del último viaje.
Ese Río bello en los amaneceres que tiñen sus aguas de engañoso azul, en un esplendoroso émulo de algún mar, que reembolsa cada centavo que por metro cuadrado pagaron los privilegiados que viven en Puerto Madero... Ese río que gestó una cultura: la rioplatense; cultura que trasciende identidades nacionales porque es una unión regional de sangre que fluye como sus aguas color de león, una unión con nuestros ribereños hermanos uruguayos, esa que generó la mística del "Charco", ese charco que nos divide y a su vez nos une; ese que surcan ,como un perenne cordón umblical, los barcos que trasvasaron a generaciones de uruguayos y argentinos, célebres y anónimos, artistas, futbolistas, laburantes... esos barcos que nos trajeron enteritos de corderoy "Astronauta" para los pequeños porteños de los '60 y los '70 y se llevaron botines "Sacachispas" para los botijas que mueven la redonda tan bien como acá... Tan parecidos, tann diferentes, tan cercanos y tan distantes, tan heridos por la historia que no escatimó sangres, rivalidades y culebrones.
Buenos Aires tiene un río "al este", Colonia o Montevideo "están a la vera del gran río del oeste", es parte del su paisaje y fisonomía es alma de candombe y de tango, pero por estos pagos el tango se baila cada vez menos...
A veces veo cuando voy a La Plata por la autopista, los pilares de lo que alguna vez será ese postergado puente entre Buenos Aires y Colonia. Escasos y tristes hitos de hormigón, demagógica y delictivamente gestionados (hay préstamos del Banco Mundial pendientes de por medio), que me hacen preguntar qué distancias acortará tanto esfuerzo tecnológico. ¿Será para bien? ¿Será para mal? ¿Qué almas de cada lado del Río se alegran y cuáles tiemblan?... Incógnitas sobre el "Charco", ese que saltamos a menudo, ese que le da nombre propio a este rincón del mundo; hoy, dolorosamente, más ancho que nunca...
Con estas congojas, retorné del último viaje.
El muelle interior de Colonia del Sacramento. El buque se aleja con la brisa del atardecer.
Allí, donde el sol muere, resplandecerá la Reina del Plata tras setenta kilómetros de travesía.
El tremendo fulgor de la metrópolis porteña, delata las nubes sobre la noche ribereña... Sobre la Costanera Sur, quizás algunos amantes, a lo sumo algún pescador de ilusiones.
5 comentarios:
Me fascinana los puertos. Me gusta la segunda foto, casi siento el frío acá desde casa.
Querido Fernando
Son puertos de atardeceres fríos, es una travesía fría.
Las partidas, en general, dejan fríos en las almas.
Los retornos nos hielan la sangre.
El puerto es una eterna melancolía para todos aquellos que como los amigos del Cipriano de Arlt, nunca nos atrevimos a zarpar a la isla desierta...
Abrazo
Nos queda dando vueltas aquello de "por acá el tango se baila cada vez menos..."
Existirá alguna manera de abolir sin el uso de una violencia excesiva, a todas las disquerías de la calle Florida, que mal suponen la atracción de turistas mezclando a Pichuco con Eminem?
El tango ahora se rapea, y las costas rioplatenses tienen ese inconfundible aroma a choripán y Alan Faena.
Buenos Aires, siglo XXI
Querido miembros del CNA:
Palabras llenas de sabiduría... El tango (fue mi expresión) ya no existe como expresión popular pura: el patio de tango (o paso doble) aquel que sobrevivió en los carnavales de hasta fines de los ochenta en los clubes de barrio. Hoy son lugares de culto o enseñanza. Los yorugüa todavía tienen algún clubcito tipo "Luna de Avellaneda"
Con respecto a la calle Florida, lamento mi solución: napalm.
Haciendo su ley el Comandante
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