Una noche de verano fuimos a tomar un helado con mi padre a la Costanera de Corrientes capital. Estabamos sobre una barranca mirando la luna y su reflajo sobres las aguas del Paraná, soplaba una brisa refrescante y se veían las tenues lucecitas en la costa de Resistencia Chaco.
En la playa, bajo la barranca había un grupo de gente en la orilla conversando con cuatro hombres montados sobre una canoa en el agua.
Había gente por todas partes, era una noche estupenda y papá me estaba contando alguna cosa. Al rato volví a bajar la vista, llamó mi atención el ruidoso motor improvisado en la canoa que se adentraba en el río.
La playa estaba casi oscura, le llegaba la claridad de las luces de la avenida Costanera, pero no me costó divisar a la gente que había estado hablando con esos hombres, porque ahora estaban todos contemplando la canoa desde la orilla con velas encendidas en las manos.
Me sorprendiò ver eso y se lo mostré inmediatamente a papá
- Deben despedir a un ahogado. Me dijo.
La canoa remolcaba en el agua una especie de caja de madera muy pequeña que flotaba con velas y flores dentro. Llegaron a un punto, antes de llegar a la mitad del río, apagaron el motor y soltaron la caja que empezó a ser arrastarda suavemente por la corriente.
Mucha gente se encontraba paseando por la avenida y me dí cuenta que todos estabamos observando el ritual en silencio y casi con tristeza.
Mi padre me comentó que en verano siempre hay muchas victimas en las Playas Corrientinas presas de la gran correntada, de pozos en el agua, algún calambre o simplemente por no saber nadar.
Recordé que días antes habíamos pasado una tarde en la playa Islas Malvinas tomando sol y me sorprendió la cantidad de guardavidas tanto en el agua como en la arena. No dejaban a nadie pasarse del cordón con las boyas. Y ahora entiendo porqué tanto cuidado. Los diarios locales en veranos pasados no paraban de dar noticias de ahogados en las costas Correntinas, según me han dicho las estadísticas han bajado considerablemente, pero el Paraná sigue como siempre, bravo e indomable.
Así como el asfalto esconde al viejo empedrado de las calles, la historia oficial esconde ese empate de olvidos y recuerdos que forman la memoria colectiva de nuestro damero urbano. Este weblog de voces múltiples nos habla de un espacio en común habitado por mundos a descubrir ¡vamos a andar!
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1 comentario:
Lamentablemente amigos este no es un privilegio correntino.
Sin rituales paganos, con menos misticismo y nada de épica; día tras día del cada vez más hibercalentado verano porteño, multitudes de semialfabetos que no comprenden que el Gran Río que baña nuestras costas tiene sus aguas podridas, contaminadas con materia fecal, metales pesados, barros químicos, derivados del petróleo y otras inmundicias que causan desde el tétanos hasta la hepatitis, motivando frecuentes reacciones dermatológicas, nauseas, mareos o desvanwecimientos y, como si todo esto fuese poco, tamaña masa de agua aluvional genera engañosos bancos de arena, múltiples remolinos, arrastra todo tipo de materiales sumergidos (potenciales trampas de metal, concreto u otros materiales) y genera correntadas que te escupen al centro del Atlántico. Estas gentes que moran por estos andurriales pueden ser conchetos en kayaks, tablas Sodim y trajes de neoprene o la monada que casi en bolas se tira desesperadamente al agua en busca de alivio al asfixiante calor.
Día por medio hay ahogados o afectados en piel u ojos por la polución en Ensenada, Punta Lara, Quilmes, San Fernando, Olivos, etc. Ocurre que con tantos cables en las mesas de noticias, en el diario no hablaban de ti, ni de mí
Los sigo siempre y nunca comento, no se me queden che, el blog está bueno
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