Así como el asfalto esconde al viejo empedrado de las calles, la historia oficial esconde ese empate de olvidos y recuerdos que forman la memoria colectiva de nuestro damero urbano. Este weblog de voces múltiples nos habla de un espacio en común habitado por mundos a descubrir ¡vamos a andar!
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lunes, julio 13, 2009
La esquina del infinito: Vení y contame
Don Exequiel Ramos Mejía fue un "tordo"; Oscar Natalio "Ringo" Bonavena, fue un entrañable bestia que repartió piñas en los templos del box mundial; el Mahatma Gandhi fue un hombre que casi, casi, no parecía un hombre... Y vos, ¿en qué calle vivís? ¿Sabés por qué se llama así? ¿Cómo te gustaría ponerle? Animate, empujá la neurona que te subimos al empedrado de nuestro blog!
martes, marzo 27, 2007
Por los Barrios III: Don José de Monte Castro, el "Luthier de las sonrisas"

En el barrio de Monte Castro, para solazo del subcomandante Matito, Don José habilitó su calesita en la galería de la Av. Jonte entre Allende y Benito Juárez hace ya 42 años.
Ciudadano ilustre de la barriada, corazón de barrilete, eterno niño (porque solo saben lo que a ellos los hace feliz los que nunca dejan de serlo, en el más hermoso de los sentidos); por sus instalaciones desfilaron intendentes lameculos, tres o cuatro generaciones de niños y hasta el propio Diego, cuando entrenaba con los cebollitas, ahí cerquita del "San Rafael de Niñas" donde conoció a "La Claudia", esa compañera de las épocas buenas y las malas...
Por estos lares, muchas galerías tuvieron su calesita, en Devoto la galería de Beiró casi Lope de Vega la tiene aún y otras como las de la Estación Floresta, o la Plaza de Villa del Parque sobreviven como cápsulas de un tiempo que los niños se resisten a desplazar.


Pero nuestro héroe lleno de años y de nerviosa e inquieta productividad, fundó su pelotero con aspecto de redes bucaneras, su pista de autitos chocadores y, con calesitas de desguace, armó maravillosos juegos de sencillez electromecánica y creatividad brillante para que los niños vuelen en sueños de aviadores o astronautas, manejen poderosos jeeps o cabalguen sobre briosos corceles, con polifonías que no les liman el celebro como las electrónicas y repetitivas melodías estupidizantes de algunos monigotes de los modernos patios de juegos; sin vocablos gringos que los desconcierte, ni sonzos movimientos de mecedera; sino que les llenó la imaginación de botones para que desesperen de alegría cuando se encaminan por la galería hacia esas músicas de ensueño...
Este paladín del cariño, que no escatima fichas gratis para las caritas tristes de los que no tienen, ni besos de sincera gratitud y amor por sus pequeños habitués, tiene el eterno cariño y agradecimiento de los vecinos de muchos barrios que rodean su mágico rincón de Monte Castro: brindo por él ¡A su salud querido Don José! (Y vuelvo a volar en sueños junto al triplano multicolor de mi hijo).
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