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viernes, abril 13, 2007

Los Nombres de las calles X - 2ºEd. Virreinal

Virrey Cevallos
Pedro Antonio de Ceballos Hoyos y Cortés Calderón fue un militar español y un fiel servidor de la Corona. Gobernador de Buenos Aires desde 1757 hasta 1766. De vuelta a España influenció en la Corte para crear un nuevo virreinato en el extremo sur de América. Al crearse en 1776 el Virreinato del Río de la Plata, fue nombrado virrey.
Una vez designado virrey, gobernador y capitán general de las provincias del Río de la Plata y supremo presidente de la Real Audiencia de La Plata zarpa de Cádiz el 12 de octubre de 1776 al mando de una expedición militar. El 21 de abril de 1777 llega a Montevideo al mando de 9316 hombres. Cevallos marcha por tierra hacia Colonia del Sacramento que estaba bajo el poder de los portugueses y a la cual rinde a discreción por segunda vez (ya lo había hecho en 1763). Para evitar su repoblación, el flamante virrey derriba partes de la muralla. Paradójicamente, por ello fue nombrado Marqués de la Colonia. Se dirige entonces hacia Río Grande de San Pedro, pero a mitad de camino lo alcanza la noticia de la paz firmada entre españoles y portugueses. Se dirige entonces hacia Buenos Aires para asumir el cargo de virrey el 15 de octubre de 1777. Como ya hemos visto en una oportunidad anterior, parte de las piedras de la muralla de la Colonia sirvieron para empedrar la cuadra de la actual Bolívar entre Alsina y Moreno, donde están la Iglesia de San Ignacio y el Nacional BsAs(colegio de San Carlos entonces), y que fuera la primera cuadra empedrada.
Cevallos había sido Gobernador de Buenos Aires durante 8 años y era un hombre conocido y bien querido en la ciudad que ahora ostentaba el título de capital virreinal. Lo querían los vecinos importantes y la gente humilde. Cevallos era un hombre tolerante y mesurado, y aunque celoso de sus funciones, justo. Para recibirlo en Buenos Aires, los vecinos y el Cabildo tiraron la casa por la ventana. El Cabildo hizo reemplazar el balcón de madera roída y apolillada por uno de hierro. Se multiplicaron los agasajos y las recepciones al punto que el mismo virrey tuvo que pedir que acabaran porque le impedían realizar sus labores. Se compusieron poemas y canciones en su honor. Una de ellas el "Canto de un guaso en estilo campestre" comenzaba:


"Aquí me pongo a cantar
abajo de aquestas talas,
del mayor guaina del mundo,
los triunfos y las hazañas..."


¿Les suena? Así que ya ven, Cevallos era el mayor guaina del mundo, dos veces vencedor de los portugueses. Pero hay más. Se dedicó a hacer que esta pequeña aldea con título virreinal fuera un poco más ordenada. Impuso multas para quienes hecharan basura en la calle. La emprendió contra el contrabando, el carnaval y el juego por dinero. Puso los primeros límites de velocidad en las calles porteñas: al que pasara del trote corto, la 1º vez lo multaban con $10; la 2º, azotes y cárcel.
Fumaba y armaba sus propios cigarros de chala. Era fanático del mate, al punto de hacerse enviar yerba a España. Ya virrey, impuso que para la cosecha de trigo, a los peones rurales se les diera mate 6 veces durante la jornada laboral (claro, no comían más que galleta y/o charque).
El Cabildo quiso retratarlo para lo cual contrató a un pintor. Don Pedro, que en principio había aceptado, se negó a posar para el artista al enterarse de que debería quedarse quieto 5 horas cada día. El virrey no tenía tiempo para esas frivolidades.
Cevallos no pasó ni un año en Buenos Aires como virrey. Casi 9 meses después de haber llegado, Don Pedro se embarcó a España. Hacia allí se dirigía a informar al monarca del éxito de su misión y a pedirle su autorización para casarse. Antes de venir a Buenos Aires por primera vez como gobernador, Don Pedro había estado a punto de casarse con una prima suya, pero desgraciadamente, la novia murió poco antes de la boda. Ésta era su última oportunidad. Se había enamorado de una porteña de alcurnia, Doña María Luisa Pinto. Él tenía 62, ella, 30. Pero el virrey tenía un problema. Él debía autorizar todos los casamientos que se realizaran en la Reina del Plata, excepto el suyo. Eso debía autorizarlo el monarca en persona. Si bien anticipó su luna de miel (varias veces) no quería que las viejas rancias y arpías de Buenos Aires hablaran de Doña María Luisa. LLegó a Cádiz el 17 de septiembre de 1778 pero nunca llegó a lograr su cometido. Murió en Córdoba, España, el 26 de diciembre de 1778. Fue envenenado con arsénico por alguno de sus enemigos de la Corte. Antes de expirar, pidió agregar un codicilo a su testamento. Nombró garante y albacea al obispo de Córdoba (España), donde lo obligaba a cumplir determinadas cláusulas reservadas que se referían a su prometida y su hijo. En realidad Don Pedro sabía que su prometida estaba embarazada al partir él hacia la península, pero nunca supo que el niño, bautizado Pedro Antonio como su padre, había nacido fuerte y sano.
Como dato adicional diremos que Pedro Antonio de Cevallos (h) fue un ferviente patriota desde 1810 y además se desempeño como hombre de confianza de Martín Miguel de Güemes.


Virrey Vertiz
Juan José de Vértiz y Salcedo fue un político colonial español nacido en México, que ejerció el cargo de Gobernador de Buenos Aires(1770-1776) y 2º Virrey del Río de la Plata (1778-1784).
Hijo de un importante político hispano, estudió en España y se formó como militar, interviniendo en varias campaña españolas, como las de Nápoles y Francia. Antes de ser virrey desempeñó el cargo de gobernador de Buenos Aires, tanto bajo la administración del Virreinato del Perú como del Virreinato del Río de la Plata, teniendo como prioridad el expulsar a los portugueses de la Banda Oriental (con éxitos nulos, por cierto).
Asumió como virrey en 1778, teniendo una obra de gobierno muy vasta, desarrollando la economía regional, colonizando tierras deshabitadas (o habitadas por indios, que es lo mismo), instalando intendencias por todo el virreinato y preparó el camino para que fuera fundada la Real Audiencia de Buenos Aires. En tarea social intentó agrupar a todos los artesanos en diferentes gremios, imitando el sistema vigente en Europa. Fundó el Protomedicato(parecido a una escuela de médicos), una casa cuna y el hospital de expósitos. Durante su gobierno se censó por primera vez la ciudad, que en aquél entonces contaba con 37679 personas y 3827 negros y entonces supo que podía aumentar los impuestos. Fue el responsable del primer paseo público de la ciudad, La Almeda, actual Paseo Colón. También se creó durante su gobierno el primer teatro de la ciudad, La Ranchería (hasta había que llevarse la silla o banqueta. ¡¡¡Todo un lujo!!!). Impuso el trabajo obligatorio, estimuló la elaboración de las carnes saladas y la utilización del añil. Fue conocido por el sobrenombre de "virrey de las luminarias" porque hizo instalar los primeros faroles a velas en las esquinas de Buenos Aires. Dichos faroles se encendían desde el toque de oraciones (20hs. apróx.) hasta casi la una de la mañana.
Tuvo un importante rol en reprimir la sublevación de Tupac Amaru II que fue una verdadera carnicería. Tupac Amaru II fue desmembrado vivo (y les costó bastante) después de un buen rato de ser torturado, y toda su familia ejecutada de distintas formas; formas que variaban en función de la edad y el sexo del/la condenado/a, no siendo perdonados ni las mujeres ni los niños. En 1784 pidió regresar a España, dejando el virreinato y entregándoselo a Nicolás del Campo. Murió en España en 1799.


Virrey Loreto
Gracias a su nombre completo, Don Nicolás Francisco Cristóbal del Campo Cuesta de Saavedra Rodriguez de las Varillas de Salamanca Solís García de Olalla y Sanchéz Salvador, el tercer virrey del Río de la Plata siempre fue conocido por su título: Marqués de Loreto. Sus comtemporáneos lo apodaban el "Bicho Colorado" por su cabellera pelirroja.
El hombre trabajaba a conciencia y estaba dispuesto a erradicar el contrabando. Razón de sobra para ganarse los mayores odios y problemas.
Y fue un visionario porque quiso convertirnos en el "granero del mundo". Fomentó la agricultura, particularmente de trigo e impulsó la contrucción de silos (subterráneos en aquella época,cuando las napas probablemente no fueran tan altas) para conservar el cereal. También fomentó los saladeros de carne, para lo que organizó expediciones a las Salinas Grandes. La carne salada y la harina de trigo se exportaban a Cuba para alimentar a los esclavos.
En 1785 quedó establecida la Real Audiencia de La Plata (aquí en Buenos Aires) y el virrey Loreto, como correspondía, fue su primer presidente.
Continuó con la pavimentación de calles; la actual Florida (del Correo por aquel entonces) fue empedrada.


Virrey Arredondo
Don Nicolás Antonio de Arredondo Pelegrin Haedo Zorrilla de San Martín y Venero, tal su nombre completísimo, fue el cuarto virrey del Río de la Plata.
Continuó empedrando calles y favoreció la creación de consejos vecinales y cuerpos de policía. Favoreció el establecimiento del Consulado de Comercio en Buenos Aires.
Permitió la importación de esclavos a cambio de cueros gracias, en parte, a un joven abogado, Mariano Moreno y su famosa Representación de los Hacendados.
Era fanático de las corridas de toros y de las recepciones. En el Fuerte había joda todos los miércoles y domingos; el anfitrión, el virrey.
Durante su gobierno, ocurrieron cosas extrañas, algo así como una revelión de la naturaleza. Hubo que afrontar invasiones de perros cimarrones y loros barranqueros. Todos debían matar un cupo. En otra ocasión, el Río de la Plata desapareción durante todo un día, casi podía cruzarse a caballo el río entre Quilmes y la Colonia (el tramo más corto). El hecho causó gran revuelo en la ciudad portuaria. Afortunadamente, a la tarde el viento cambió y el río volvió a su cauce normal.
Sin pena pero sin gloria se desempeñó 6 años en sus funciones.

Virrey Melo
Pedro Melo de Portugal y Villena, quinto Virrey del Río de la Plata, había nacido en Badajoz, España(donde a Tinelli le vendieron un buzón).
Le encantaba los juegos de bolos(bastante distinto al bowling) y bolas, el último, un clásico argentino hasta hace 30 años, las bochas.
Reglamento la provisión de agua y obligó a los aguateros a juntar el agua en el Retiro, dado que más al sur el agua se hallaba contaminada por el jabón de las lavanderas.
Debió enfrentar la primer revuelta de un "centro de estudiantes" por decirlo de algún modo. Un día de 1796, los alumnos del colegio de San Carlos(actual Nacional Buenos Aires), cansados de los castigos corporales y la larga jornada de estudio, decidieron revelarse. Rodeando a los celadores y tomando de rehenes a algunos profesores, se amotinaron con algunas armas en el primer piso de edificio, donde estaban sus habitaciones al mando de Juan Gregorio de Las Heras, futuro Granadero a Caballo y General del Ejército de los Andes, entre otras cosas. El virrey hizo rodear el colegio con el Regimiento Fijo de Veteranos. Luego de algunos minutos de resistencia los alumnos se rindieron.
Murió dos días después de caer de su caballo en un infortunado accidente, en Montevideo, el 15 de abril de 1797.

sábado, marzo 03, 2007

Los nombres de las calles IX
1º Ed. Virreinal
"Los últimos serán los primeros"

Virrey Olaguer y Feliú
Antonio de Olaguer y Feliú fue gobernador de Montevideo entre el 2 de agosto de 1790 y el 11 de febrero de 1797 y posteriormente fue designado sexto Virrey del Río de la Plata el 2 de mayo de 1797, cargo que ocupó hasta el 14 de mayo de 1799.
Nació en Villafranca del Bierzo, León. Fue enviado a Buenos Aires durante la gobernación de Pedro de Cevallos como especialista militar y participó en el sitio de Colonia del Sacramento en 1777. Fue nombrado inspector militar en 1783.
Durante su mandato tuvo que enfrentarse a las amenazas de las fuerzas británicas y portuguesas en la región del Plata y el incipiente clima revolucionario inspirado en la Revolución francesa. En el ámbito económico, autorizó la entrada de buques extranjeros y neutrales al puerto de Buenos Aires para estimular las actividades comerciales del virreinato que estaban comenzando a sufrir los efectos negativos de las tensiones crecientes entre las potencias europeas.
De regreso a España fue nombrado secretario de guerra por Carlos IV. Murió en Madrid en 1810.



Virrey Avilés
Gabriel Miguel José Antonio Benedicto Ignacio Raimundo de Avilés y del Fierro, tal su nombre completo, fue el séptimo Virrey del Río de la Plata entre 1799 y 1801. Gobernador de Chile entre 1796 y 1799. Virrey del Perú entre 1801 y 1806.
Se casó con la ilustre dama peruana Mercedes del Risco y Ciudad, mujer de gran bondad y modelo de entrega a los demás que pasó a la Historia como "la santa virreina".
Eliminó las encomiendas de los indios guaraníes y les entregó (una pequeña parte de) sus tierras en propiedad. Inauguró la Escuela de Náutica.



Virrey del Pino
Joaquín del Pino Sánchez de Rojas Romero y Negrete Baena fue un ingeniero militar y político español, que ocupó varios cargos importantes en la administración colonial de América.
A los 18 años ingresó como cadete al Regimiento fijo de Orán. Ya suboficial, estudió matemáticas y en febrero de 1752 se trasladó al cuerpo de ingenieros. Ese mismo año colaboró con el trazado de mapas del Ampurdán para la realización de fortificaciones y carreteras. En 1753 le fue encargada la supervisión de las fortificaciones del castillo de Montjuic en Barcelona.
Aún trabajaba en ellas cuando en 1760 fue ascendido al grado de capitán; en 1762, ante la suspensión de las obras, fue destinado a la reparación de las baterías de la costa de Castilla en la guerra con Portugal. Al año siguiente contraería matrimonio con María Ignacia Rameri, natural de San Sebastián. En 1769 volvió a ser destinado a trabajos cartográficos, colaborando con los franceses en el levantamiento de los mapas militares de Aldudes, entre Navarra y Francia. Ascendido a teniente coronel al año siguiente, fue enviado a Montevideo a solicitud del Juan José de Vértiz y Salcedo en 1771 para reparar los baluartes de la ciudadela; permanecería en América hasta su muerte.
Fue gobernador de Montevideo entre 1776 y 1790, presidente de la Audiencia de Chile entre esta última fecha y 1795 y de la de Charcas entre el '95 y 1800, cuando fue nombrado octavo Virrey del Río de la Plata.
Gobernante ilustrado, pero fiel a la metrópoli, llevó a cabo numerosas obras públicas, entre ellas la ampliación del puerto, la construcción de la Recova de Buenos Aires —encargada a Juan Bautista Segismundo, que más tarde sería autor también de la iglesia del Convento de San Lorenzo— y una administración eficiente; promovió la construcción de hornos de ladrillo y la erección de astilleros en Corrientes y Asunción, para sustituir a los bajeles extranjeros, a los que prohibió desembarcar, acabando temporalmente con la exportación de cueros en crudo común hasta ese momento. Limitó también la circulación de extranjeros, temiendo la implantación de las ideas republicanas de la Revolución Francesa, y clausuró el primer periódico aparecido en Buenos Aires, El Telégrafo Mercantil (1801).
Dio en 1801 las primeras tareas de responsabilidad a Santiago de Liniers nombrándolo gobernador de Misiones. Éste pretendió aprovechar la coyuntura para recuperar los Siete Pueblos de las Misiones Orientales invadidas por los portugueses del Brasil desde comienzos del año, tomando la guerra luso-hispana como excusa; del Pino, sin embargo, no le facilitó los pertrechos necesarios, y la pérdida de las misiones del Guayrá sería ya irremisible. El 6 de julio de 1802 sería relevado de sus funciones por ello, nombrándose en su reemplazo a Antonio Amar, pero el relevo se suspendió en atención a su edad.
Ya septuagenario, cayó enfermo en abril de 1804, y murió diez días más tarde, dejando designado a Rafael de Sobremonte como su sucesor. Pocos años después su hija Juana del Pino contraería matrimonio con el futuro presidente(?) Bernardino Rivadavia.



Sobremonte
Rafael de Sobremonte Núñez Castillo Angulo Bullón Ramírez de Arellano, III Marqués de Sobremonte, y noveno Virrey del Río de la Plata, había nacido en el seno de una distinguida familia española en Sevilla, el 27 de noviembre de 1745. Sus padres fueron el marqués don Raimundo de Sobremonte, militar y magistrado, caballero de la Orden de Carlos III y oidor de la audiencia de Sevilla, y doña María Angela Núñez Angulo y Ramírez de Arellano. Por cierto, algún grado de repulsa general lo ha convertido en el único virrey sin calle.
A los catorce años de edad ingresó como cadete en el Regimiento de las Reales Guardias Españolas iniciando una ascendente carrera militar. Años más tarde logró ser designado Secretario del Río de la Plata, con el grado de teniente coronel, en la época del virrey Vértiz (1779). Luego durante más de 15 años, fue Gobernador-intendente de Córdoba, demostrando sobresalientes aptitudes como administrador. En Abril de 1804 sucedió en calidad de Virrey al mariscal del Pino.
Durante las Invasiones inglesas el virrey Sobremonte huyó de Buenos Aires, y luego de la Reconquista, el pueblo impidió que reasumiera el mando de la ciudad. El Cabildo Abierto del 14 de Agosto de 1806 nombró a Santiago de Liniers jefe militar de la plaza. Sobremonte permaneció en el Río de la Plata hasta 1809, cuando decidió regresar a España. Allí, fue sometido a un consejo de guerra que lo absolvió, tras un proceso que sus adversarios calificaron de parcial, afirmando que en él se invalidaron los pocos testimonios en su contra presentados por quienes tenían conocimiento casual del juicio. Este proceso se realizó en Cádiz, durante la primera quincena del año 1813, actuando un consejo de guerra constituido por varios generales, bajo la presidencia del Capitán General de la provincia, don Cayetano Valdez. En realidad el virrey más que cobarde fue inoperante. Cuando se dio cuenta que había metido la pata hasta el cuadril, rajó con los caudales y ordenó no resistir y retirarse a Córdoba para organizar la reconquista desde el interior, lo cual también le fue propuesto a Belgrano años más tarde cuando al mando del Ejército del Norte desobedeció y enfrentó a los realistas en Tucumán y, casi por milagro, detubo su avance.
En otro plano, Sobremonte estuvo casado con una dama argentina: Doña Juana María de Larrazábal. Después de enviudar, se desposó en segundas nupcias, a los 75 años, con doña María Teresa Millán y Marlos, viuda de un sobrino de Baltasar Hidalgo de Cisneros, el último virrey del Río de la Plata. La historia ha dejado documentada la oposición que este matrimonio tardío tuvo entre sus familiares.



Virrey Liniers
Santiago de Liniers se vio beneficiado por el tercer Pacto de Familia (1761), que permitió a los franceses participar en las empresas militares españolas en igualdad de derechos y obligaciones que los españoles. Recibió formación militar y naval en la Orden de Malta y luego la continuó en España. En 1774 prestó servicios para la corona española, como guardiamarina en Cádiz. Acompañó a Pedro de Ceballos en 1776 al Río de la Plata, regresando a Buenos Aires en 1789, como capitán de puertos. Fue gobernador político y militar de Misiones.
En 1806, durante la primera invasión inglesa, tenía a su cargo resguardar el puerto de Ensenada de Barragán a fin de evitar el desembarco de las tropas británicas, misión que no logró cumplir. Frente al hecho de la toma de Buenos Aires por parte de los británicos y la huída a Córdoba del Virrey Sobremonte, Liniers abandonó su posición en Ensenada y cruzó el río de la Plata con el fin de organizar tropas para emprender la reconquista de la ciudad. Desde la Banda Oriental, y con la ayuda de Pascual Ruiz Huidobro, gobernador de Montevideo, Liniers organizó un ejército que partió hacia Buenos Aires, cruzando por el Tigre, y fue sumando en el camino miles de pobladores que se integraron como milicianos. Derrotado el ejército británico, el jefe de los invasores, William Carr Beresford, se rindió ante Liniers entregándole su sable.
Luego de la reconquista de Buenos Aires, Liniers fue considerado como un héroe por la población de Buenos Aires, y en un acto inédito, elegido por voto popular de los vecinos de Buenos Aires como virrey provisorio del Río de la Plata. El acto es un antecedente directo del movimiento de independencia hispanoamericana. Al año siguiente el rey lo confirmó como décimo Virrey del Río de la Plata.
Durante su virreinato se le acusó de nepotismo, cohecho y peculado(vah, era coimero, vendía los cargos y ponía a parientes y amigos a lucrar en puestos públicos, aunque no fue tan adelantado como para nombrar "ñoquis"), y la clase alta se mostró escandalizada por su romance con la bella mauriciana de origen francés de apellido Perichon y apodada La Perichona. Estas circunstancias y el hecho de ser francés en pleno período de Guerras Napoleónicas llevó a que la Junta Central en nombre del rey Fernando VII lo removiera a fines de 1808 y a reemplazarlo por Baltasar Hidalgo de Cisneros. Sin embargo recibió de la corona española, para él y sus descendientes el título de Conde de Buenos Aires.
En 1810 se radicó en Alta Gracia, provincia de Córdoba y allí se enfrentó militarmente a la Revolución de Mayo.



Virrey Cisneros
El "sordo" Baltasar Hidalgo de Cisneros, (Cartagena, 1755 - id. 1829) era un marino español. En 1770 ingresó a la carrera naval y en 1805 participó contra los ingleses en la Batalla de Trafalgar, resultando ser uno de los marinos españoles más destacados que participaron en ella, que ostentaba además el rango de general y jefe de escuadra y que enarboló su insignia en el navío Santísima Trinidad, que era el barco mayor de todos los que participaron en la batalla y que protagonizó uno de los episodios más intensos.
Nombrado por la Junta Central de Sevilla, asumió el cargo de virrey ( fue el último, claro) en 1809 en reemplazo de Santiago de Liniers, en medio del descontento de los criollos debido que para entonces la Junta Central se había disuelto y sólo existía un Consejo de Regencia que aguantaba como podía en una islita frente a Cádiz la ocupación de España por las fuerzas de Napoleón Bonaparte. El 22 de mayo de 1810, convocó a un Cabildo Abierto para tratar de arreglar lo que ahora llaman los periodistas la "gobernabilidad". Intentó ser presidente de la nueva Junta que se formaría, pero ante el rechazo por parte de los jefes militares (Cornelio Judas Saavedra, coronel del regimiento de Patricios fundamentalmente), el 25 de mayo debió presentar su renuncia. Por decisión de la Primera Junta regresó a España (vah, lo subieron al primer barco que encontraron y le dijeron: si volvé te vamo a hacé´cagá´! eh, puto! volá!).

martes, enero 23, 2007

Los nombres de las calles VIII Conquistadores 2º parte

Mencia Calderón
Doña Mencia Calderón podría ser considerada como la madre(o madama vaya uno a saber) española del área del Río de la Plata, ya que su llegada a Asunción, junto con las mujeres que se convertirían en las esposas españolas de los conquistadores, fue el comienzo del establecimiento (con pocas excepciones) de familias blancas, criollas pero no mestizas, así como también de la estabilización de la vida familiar española en el área de influencia de Asunción.
Cuando su esposo, Juan Sanabria, falleció antes de poder ir al Río de la Plata para ejercer sus derechos como adelantado (concedidos en 1547) y cuando en virtud de heredar dicho cargo, su hijo Diego se viera imposibilitado para partir inmediatamente(dicen las malas lenguas que abominaba de la idea), Doña Mencía, cuyos ovarios eran más grandes que los huevos de su hijo y cuya fortuna había sido invertida en la expedición, partió de España en nombre de Diego (1550). La armada estaba compuesta por tres barcos comandados por el tesorero real, Juan Salazar y Espinosa y Hernando de Trejo, unos pocos hombres de armas y unas cincuenta muchachas españolas, incluyendo sus propias hijas, que esperaban encontrar marido en la nueva tierra.
Seis años después, los sobrevivientes llegaron en forma dispersa a Asunción a relatar las penurias sufridas:
Fueron capturados por piratas muy decentes frente a las costas africanas y sólo fueron puestos en libertad cuando se les entregó todo cuanto de valor había en los barcos como rescate o botín. Los relatos aseguran que las mujeres fueron respetadas todo el tiempo y los barcos abastecidos de alimentos para varios días. Enfermedades y muertes, tempestades y naufragios, lo de siempre pero peor. Los barcos se dispersaron y perdieron a lo largo de la costa brasileña. En una expedición que había partido un par de años después, Diego Sanabria el Adelantado retrasado pereció ahogado en la costa brasileña. El grupo de Doña Mencía y las 50 chicas, conducido por Trejo, después de espera en vano ayuda, partió de Santa Catarina a patacón por cuadra y chiflando bajito, y arribó a Asunción en 1556. Más tarde, muchos miembros de dicho grupo se trasladaron a Santa Cruz de la Sierra, en el límite oeste del Paraguay, pero la mayoría finalmente regresó al área del Río de la Plata.
En 1564 Doña Mencía escribió un breve relato de las penurias sufridas en su viaje rumbo al Paraguay. Entre las nuevas familias allí establecidas, de las cuales habrían de surgir los futuros líderes criollos, se encontraban las de las hijas de Doña Mencia, quienes tempranamente se casaron con los oficiales comandantes de la pequeña flota:
Fernando de Trejo y Sanabria, posteriormente obispo de Tucumán, era hijo de María Sanabria y Hernando de Trejo; Isabel, hija de Isabel Sanabria y Juan Salazar y Espinosa, se convirtió en esposa (en Santa Cruz de la Sierra) de Juan de Garay, quien luego fundó Santa Fe (1573) y restableció definitivamente Buenos Aires en 1580. Hernandarias fue nieto de Doña Mencia.


Garay
Vamos a detenernos en detalle sobre este importante personaje en otra sección, pero mientras damos algunos datos.
LLegó a América muy joven. Tenía alrededor de 18 años cuando su familia llegó al Perú en 1546. Participó en un sin número de expediciones y exploraciones por el Alto Perú, el Tucumán, el Chaco, el Paraguay y todo a lo largo del Paraná. Siempre se mantuvo fiel a los intereses del rey y de su familia en sentido amplio. Fue un hombre práctico, valiente e incansable y uno de los mejores agentes de la Corona por estas latitudes.


Hernandarias
Hombre incansable, este criollo, nació en Asunción. Se llamó Hernando Arias de Saavedra y era hijo natural (bastardo) de Martín Suarez, oficial de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, y nieto de Mencia Calderón. Emprendió la carrera militar a temprana edad, y participó de numerosas expediciones de exploración y conquista en territorio paraguayo y argentino. Sus dotes como oficial y administrador llevaron a su nombramiento como gobernador de Asunción en 1592; ocupó el cargo con solvencia durante tres períodos. Al mismo tiempo, su medio hermano, Hernando de Trejo, fue nombrado obispo de la sede de Asunción.
En 1602 fue nombrado gobernador de Buenos Aires, puesto que ocuparía hasta 1609. En ese puesto tomó numerosas medidas para estimular el crecimiento de la entonces pequeña villa portuaria, incluyendo la creación de las primeras escuelas de primeras letras, la instalación de hornos de cocción de ladrillos y tejas para sustituir la construcción de adobe y la reconstrucción del fortín que protegía la ciudad de los piratas. Ordenó además la construcción de un torreón defensivo para el puerto, ubicado a la desembocadura del Riachuelo en la actual Vuelta de Rocha, tras el robo y saqueo de dos navíos anclados por parte de corsarios ingleses el 18 de marzo de 1607. Tomó también medidas contra el contrabando, causado por la prohibición del comercio de frutos del país y de negros esclavos. De hecho, fue el único se animó a enfrentar la corruptela que desde hacía años se desarrollaba en el puerto lucrando con el contrabando, y de la que los funcionarios eran parte activa.
Durante su período como gobernador de Buenos Aires, Hernandarias emprendió varios viajes de exploración, incluyendo expediciones a Uruguay y Brasil para contener a los bandeirantes portugueses y explorar la navegabilidad de los ríos, y a la Patagonia para buscar la mítica ciudad de los Césares. En esta última, en 1604, fue capturado por los nativos mapuches casi 1.000 km al sur de Buenos Aires, aunque pudo escapar con vida.
En 1603 Hernandarias modificó la legislación sobre el trabajo de los aborígenes, promoviendo la supresión de las mitas y encomiendas, por las cuales los españoles gozaban de los frutos del trabajo de los nativos a cambio de su evangelización, en la práctica inexistente. Obtuvo la aprobación de esta reforma por parte del rey Felipe III, y en 1608 se dispuso la creación de las reducciones jesuíticas y franciscanas en la región del Guayrá (Paraguay). En 1611 el visitador Francisco de Alfaro declaró libres de encomiendas los indios convertidos por los jesuitas, y dictó sus famosas ordenanzas.
En 1615 fue nombrado nuevamente gobernador. Por iniciativa suya se dividió la gobernación del Río de la Plata en dos: Paraguay (que abarcaba las villas de Asunción, Santiago de Jerez, Villa Rica y Ciudad Real) y Buenos Aires. Decretada en 1617, no se llevó a cabo hasta 1620. Retirado a Santa Fe, Hernandarias falleció en 1634.


Del Barco Centenera
En 1602 se publica en Lisboa "La Argentina y Conquista del Río de la Plata, con otros acaecimientos de los Reynos del Perú, Tucumán, y estado del Brasil, por el Arcediano don Martin del Barco Centenera" poema épico de carácter ejemplar; don Martín, muerto.¿Quién era este hombre de sotana que inspirara el nombre de nuestra patria?
Nació en Logroño, ahora España, por entonces Castilla, en 1535. No sabemos cuándo ni dónde, este extremeño, se ordenó cura pero si sabemos que se vino al fin del mundo en la expedición del 4º Adelantado del Río de la Plata, Juan Ortiz de Zárate, como capellán. Fue archidiácono del Paraguay. En 1582, viaja a Lima para presentar informes sobre el estado de los guaraníes y allí asiste y es nombrado secretario del tercer Concilio (provincial) de Lima. También actúa como Comisario del Santo Oficio (Inquisición) de Cochabamba. LLega a Buenos Aires, mejor dicho La Trinidad en 1593, donde su principal acto fue mandar derribar el ranchito que hacía las veces de Iglesia Mayor y mandar a construir un templo de madera y adobe. En 1596 es expulsado de América y retorna a la península donde escribe su célebre libro y muere.
¿Pero por qué fue expulsado? Parece que al Padre Martín le gustaba mucho el vino. Fue procesado por emborracharse en lugares públicos, dar espectáculos "abrazándose a botas de vino", andar contando públicamente sus relaciones carnales con mujeres de vida fácil, dedicarse al lucro con el comercio y convivir con una dama casada. Todo esto, sin contar que fue procesado, condenado y cesanteado como inquisidor por acusar e iniciar procesos por "moros y judíos" a sus enemigos personales; por lo cual también fue expulsado del Perú en 1590.
Como verán, el ilustre clérigo que llamó "Argentina" (por argentum plata en latín) al Río de la Plata y por el cual este ispa lleva tal nombre, era todo un bribón y muy digno de estos remotos parajes.


Azara
Félix de Azara fue un militar, ingeniero, explorador, cartógrafo, antropólogo, humanista y naturalista español. Nació el 18 de mayo de 1742 en Barbuñales, en Aragón y murió en 1821.
Realiza sus estudios en la universidad de Huesca y luego en la Academia militar de Barcelona de dónde sale como cadete en 1764. Sirve en el regimiento de infantería de Galicia y obtiene el grado de lugarteniente en 1775. Fue herido en la guerra de Argel y sobrevivió por milagro. Rechazó en 1815 la Orden de Isabel la Católica en protesta por los ideales absolutistas que reinaban en España.
España y Portugal, por el Tratado de Tordesillas, fijaban las fronteras de sus posesiones en América del Sur. Se eligió a Azara para formar parte de los comisarios encargados de delimitar con precisión las fronteras españolas. Parte hacia Sudamérica en 1781 para una misión de algunos meses y se quedará durante 20 años.
Según sus propias palabras, inicialmente se dirigió a Asunción, capital de Paraguay, para realizar los preparativos necesarios y esperar al comisario portugués. Parece ser que el comisario portugués sólo tenía interés es alagar hasta el infinito la operación de fijar las fronteras, así que Azara decidió viajar por su cuenta para matar el tiempo y hacer un mapa de la región.
En sus viajes, y casi por aburrimiento, tomó interés en los animales de las zonas que visitaba. Así, a pesar saberse ignorante sobre el tema y creer que antes que él ya lo habrían hecho los viajeros y naturalistas de América, decidió apuntar sus observaciones y esperar a acabar sus otras obligaciones para publicar los materiales. Así, desprovisto de conocimientos científicos, se dedica al estudio de los mamíferos y las aves que encuentra. La única bibliografía de la que dispone es una traducción al español de las obras de Buffon (1707-1788).
Azara describió 448 especies, de las cuales la mitad eran nuevas.
Finalmente fue llamado de vuelta a España en 1801 al cabo de 20 años de privaciones, sufrimientos y después de haber sobrevivido a diversos peligros, desde ataques de indios hasta serpientes venenosas.
No aportó animales disecados, sino únicamente sus manuscritos sobre los mamíferos y reptiles del Paraguay y Río de la Plata: "Apuntamientos sobre la historia natural de los quadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata" (Madrid, 1802); las aves: "Apuntamientos para la historia natural de las Paxaros del Paraguay y Rio de la Plata" (tres volúmenes, Madrid, 1802-1805). su trascendencia fue tal, que sus obras se tradujeron al francés por ilustres naturalistas. varias especies de pájaros le fueron dedicadas por distintos naturalistas, e incluso, se le ha dedicado una dorsal en la Luna, la Dorsum Azara en 26° 42' N y 19° 12' O de unos 105 km de longitud.
Se planteo la posibilidad de la evolución de las especies,preguntandose las similutudes existentes ante la falta de rigor cientifico. Antes que el propio Charles Darwin, quien parece que conocía sus estudios.

martes, agosto 15, 2006

Los Nombres de las Calles VI
Descubrimiento y Conquista

Y siguiendo con la temática que en este momento tiene "Ojos que no ven" una mínima sección de descubridores y conquistadores.


Puerto de Palos
Palos de Moguer o Palos de la Frontera. Puerto de la desembocadura del río Tinto, en la provincia de Huelva, desde donde se embarcó Colón en su primer viaje a las Indias, y que culminaría con el descubrimiento de América.

Colón (Paseo)
Marino genovés (xeneise, pero no bostero) que descubrió un continente que ya había sido descubierto mucho antes pero que los europeos (excepto los vikingos) ignoraban que existía. El resto es aburrido, pero hay dos cosas que quisiera resaltar. Primero, que el Almirante se murió insistiendo que había llegado a Cipango(Japón); segundo, aunque logró el título de Almirante de Ultramar de la Corona bla, bla, bla, uno de sus sueños era poder encontrar una actividad redituable comercialmente a partir de sus viajes (léase: oro, especias, perlas, etc.) y tampoco.

Av. De la Rábida
Es apenas una circunvalación de la plaza que está detrás de la Casa Rosada. El monasterio franciscano de La Rábida en Palos de la Frontera, Huelva, fue donde el Almirante Cristóforo Colombo recibió hospedaje y ayuda política en 1486, cuando rechazado por Portugal Colón, decide ofrecer sus servicios a la Corona de Castilla. Y fue también donde Colón se alojó previamente a la partida de la expedición que descubriría un nuevo continente.

Solís
Juan Díaz de Solís, como se llamaba, era navegante y no está claro si era de Lebrija, Sevilla (como él decía) o portugués (como decían las malas lenguas). Lo cierto es que este hombre. Lo real es que el hombre siempre conseguía buena información sobre los movimientos de la Corona de Portugal (y parece que él los daba igual de buenos para el lado contrario. Una suerte de doble agente). Participó junto a Yañez Pinzón y Américo Vespucio de una expedición que siguió los pasos del último viaje de Colón en busca del canal que permitiera pasar hacia las Indias, explorando las costas del Mar Caribe hasta la actual Venezuela y regresaron sin éxito. Enterado de la expedición portuguesa al Brasil y el descubrimiento del Río de la Plata de 1513/14 que A. Nuño Manuel y C. Haro pensaron era el paso, convence a la Corona castellana de armar una nueva expedición. En dicha expedición Don Juan descubrió y exploró el famoso Mar Dulce, el Río de la Plata que él llamo de Santa María y que después fue llamado de Solís; junto con el Paraná Guazú y el Uruguay. Precisamente, luego de desembarcar en la Banda Oriental del Uruguay junto con 8 hombres para explorar, fueron todos acribillados a flechazos por un grupo de indios guaraníes o charrúas que ritualmente (dicen por ahí) se los comieron a la parrilla vuelta y vuelta.

Pinzón
Vicente Yáñez Pinzón era su nombre completo. Había participado del descubrimiento de América con Don Cristóbal. En esa oportunidad, fue como capitán de La Niña, la más pequeña de las carabelas de la expedición. Su hermano, Martín Alonso Pinzón, fue a su vez el capitán de La Pinta. Don Vicente siguió al servicio de Castilla y en tal circunstancia le tocó participar de la expedición de Solís, con el que ya había hecho otros viajes por el Caribe, y más aún, sobrevivió. De hecho fue uno de los responsables del retorno de la expedición que buscaba el paso entre los océanos.

Martín García
La isla de Martín García debe su nombre a un marinero de la expedición de Solís que fue enterrado allí. De hecho, Solís la llamó: isla de Martín García. Fue el primer lugar bautizado con nombre español en el Río de la Plata.

Magallanes
Hernando o Fernando de Magallanes (según la grafía portuguesa o castellana) fue un navegante portugués al servicio de Castilla que que logró lo que Solís no pudo. Encontró el paso interoceánico. Partió de Sanlúcar de Barrameda el 20 de Septiembre de 1519 con 5 carabelas. Encontró el río de Solís y lo remontó hasta entrar al Uruguay. De allí viene la anécdota de Monte Video y bla, bla. Luego retornó y siguió explorando la costa opuesta rumbo al sur y el litoral atlántico por toda la patagonia, cuyo nombre se debe precisamente a que los europeos nombraron a los aborígenes con los que se encontraron patagones. Por fin el 21 de octubre de 1520 llega al Cabo de las Vírgenes y comienza la exploración del estrecho de Todos los Santos como lo llamó Don Hernando y que luego fue rebautizado con su nombre. El descubrimiento de las Islas Malvinas, data de entonces, cuando una carabela sublevada, retornando a Castilla, avista nuestras usurpadas islas. La travesía sigue. Magallanes bautiza al Océano Pacífico. Tiempo después, encuentran isals y comienza la primera exploración de Oceanía, hasta llegar al archipiélago de las Filipinas. Allí morirá el 28 de abril de 1521 este valiente(?) navegante que en agradecimiento por la hospitalidad recibida enfrentó junto a un puñado de marinos europeos a algunos cientos de aborígenes de una facción contraria a la de su anfitrión. Fue herido por una flecha envenenada en una pierna y ultimado a lanzasos.

Elcano
Juan Sebastián Elcano participó de la expedición de Magallanes y fue quien, acompañado por otros 18 marinos, llegó a a Sevilla el 8 de septiembre de 1522 y completó la primera circunavegación a este mundo. Él, los tripulantes y la Victoria, única carabela superviviente, llegaron en estado deplorable. Años después, capitaneó otra expedición a través del Estrecho de Magallanes y murió en el Pacífico en 1525.

Gaboto (o Caboto)
Sebastián Caboto era hijo de Juan Caboto, también conocido como John Cabot, marino veneciano pero de origen genovés, que descubrió y exploró las costas de América del Norte al servicio de Enrique VII de Inglaterra. Sebastián, al servicio de Carlos I (o V, como quieran) exploró las costas del Río de la Plata, del Paraná y del Paraguay en busca del Rey Blanco y la Sierra de la Plata, que los sobrevivientes de la expedición de Solís le relataran. Fundó el fuerte de Sancti Spiritu en la confluencia del río Paraná y el Carcarañá, cerca de la laguna de Coronda el 9 de junio de 1527.

Pedro de Mendoza
Primer Adelantado del Río de la Plata del que ya sabemos bastante.

Pedro de Luján
Era uno de los tenientes de Don Pedro de Mendoza. Como tal, formaba parte de las expediciones exploradoras y también de las punitivas. Precisamente en una de las últimas Pedro de Luján fue muerto por los aborígenes que no se habían enterado que los recién llegados venían a conquistarlos. Murió a orillas de un río y, al igual que Martín García, su muerte le dió nombre a algo que los europeos desconocían cómo se llamaba. Desde entonces se llamó río de Luján.


Continuaremos...

viernes, junio 23, 2006

Los Nombres de las Calles V: Los dueños de la tierra

CALFUCURÁ

El "Señor de las Pampas" era descendiente directo de las heroicas gestas de los jefes araucanos que, provenientes de Chile, resistieron por siglos el dominio español en el norte de la Patagonia, el Comahue y las Pampas. Se instalaron en el actual territorio argentino a comienzos del Siglo XIX. Un cacique sobresalió entre todos los de este largo período de la historia pampeana por su valentía sin límites, por su destreza inusual en el manejo de la lanza, por su oratoria cautivante y por su astucia. Durante los muchos años de tortuosa y sangrienta conformación de la patria como nación, la historia de estos terruños giró en torno de su nombre, temido y respetado aún por sus enemigos.
Calfucurá significaba "piedra azul" en lengua indígena y tiene su origen en una creencia muy difundida entre sus seguidores. Según ella, siendo niño aún, había recibido una péqueña piedra de ese color de manos de Huecuvú, divinidad que con ese gesto lo había convertido en invencible. Y si bien es cierto que algunas batallas demostraron lo contrario, probaron también que era casi indomable.
Tenía el tipo físico de los indios patagones, de quienes descendía: muy alto, de hombros anchos y pecho prominente; su renegrida cabellera enmarcaba un rostro sereno en el que sobresalían los ojos vivaces y escrutadores, signo inconfundible de gran inteligencia. Cuentan que al llegar a territorio de la hoy Argentina, bordeaba los cien años de edad, aunque mantenía intacto su vigor y montaba a caballo con la ligereza propia de los jinetes más jóvenes de la tribu.
Agraciado con el don de la palabra, su voz grave y sonora solía entregarse a extensas peroratas que la numerosa muchedumbre de sus súbditos escuchaba embelesada. Al igual que la mayoría de los indígenas que poblaron la Pampa, Calfucurá practicaba la poligamia: llegó a tener hasta 32 esposas, las que le dieron docenas de hijos. según las crónicas de quienes lo conocieron, gustaba recibir a sus visitantes acompañado de su mujer más joven y de la más vieja: ésta última se encargaba de cuidar que no se apagara la pipa que fumaba el cacique, en tanto que la más joven compartía su comida.
Calfucurá fue un eximio guerrero y un conductor político no menos hábil, dos cualidades que puso de manifiesto durante toda su acción en las tierras de la actual Argentina. Sus primeras escaramuzas las libró en la zona de Salinas Grandes, de donde consiguió expulsar a los Vorogas, hasta entonces dueños de la región, tras una breve lucha. Después de su triunfo y dando una prueba acabada de su astucia, exterminó a los jefes vencidos pero supo mostrarse clemente con la gran masa de indios, que de inmediato se volcó a su favor. Envió entonces una notificación a todos los caciques de la región, para avisarles que por la voluntad de Gunechén (Dios), había cambiado el gobierno de Salinas Grandes y se había erigido en Jefe Supremo.
Entre los emisarios portadores del mensaje estaba su hermano, Namuncurá (pie de piedra), quien se dirigió a Buenos Aires con la misión de entrevistarse con el gobernador de la Provincia. Teniendo absoluta conciencia del poderío de Calfucurá, Juan Manuel de Rosas recibió a su emisario y reconoció al cacique como señor de la región.
Ello no significó en modo alguno la sumisión del caudillo indio a la conducción porteña. Por el contrario, siguió actuando con gran independencia, como lo demuestra un episodio acaecido en 1837, a raíz de una invasión de cuatro mil vorogas que llegaron desde Chile bajo el mando del cacique Railef. Después de una sangrienta incursión por Córdoba y Santa Fe, los invasores emprendieron el camino de regreso llevando como boyín un arreo de casi cien mil cabezas de ganado. Calfucurá les salió al paso con sólo mil lanzas en Quintucó, a orillas del río Agrio, y los derrotó por completo. En apariencia había cumplido con el restaurador, puesto que se constituía en celoso guardián del orden y perseguía a los ladrones, pero la realidad era muy diferente. No titubeo en quedarse con los cien mil vacunos robados (el aborigen no entendía de alambradas, solo de territorios y de lo que en él hubiera o consiguiera, sus códigos -no por ello menos honorables- eran otros), aprovechando la oportunidad para informar a quienes quisieran escucharlo que él, como "enviado de Dios", era el amo absoluto e indiscutido de los pampas.
Y lo fue durante un cuarto de siglo a pesar que las derrotas que las tropas de ejército nacional (léase ejercito del gobierno de Buenos Aires) le infligieron en repetidas oportunidades por la tremenda disparidad de poder combativo que daban las armas de fuego. Su lucha contra el avance del "blanco" (porque en las filas del ejército a muchos gauchos se les había quemado el moisés y no escaseaban todavía los negros), presenta a menudo ribetes increíbles: tal es el caso de la batalla de Pigüé. En 1858 los coroneles Granada, Conesa y Paunero coligaron sus respectivas unidades para combatir al "salvaje". El encuentro con Calfucurá y sus lanzas se produjo en el paraje que hoy ocupa la ciudad de "las encadenadas"; las bajas fueron tremendas por ambos bandos, pero los coroneles lograron quedar victoriosos finalmente. Lo asombroso del hecho radica en la duración de la lucha: el combate se decidió recién después de más de 48 horas ininterrumpidas de pelea. Ni siquiera entonces se consideró definitivamente vencido el mítico jefe indígena. Una muestra del fervor con que defendió sus territorios la proporciona precisamente su última gran batalla. El 8 de marzo de 1872 fue vencido en Pichí Carhué por las tropas del general Igancio Rivas. Cuando el cacique se retiró, los cadáveres de doscientos indios sembraban el escenario de la lucha.
Pleno de angustia pero con su bravía intacta, se retiró hacia sus tolderías para morir súmamente anciano entre los suyos, no logrando jamás un blanco tomarlo por prisionero ni exhibir trofeos de su pertenencia.
NAMUNCURA
Perseguido sin tregua con sus huestes diezmadas y famélicas, Manuel Namuncurá, otrora poderoso soberano de la Pampa, se encontraba ante una disyuntiva de hierro: morir peleando en lucha desigual o rendirse. El coronel Eduardo Ramayón anotó: "...llorando de rabia e impotencia fue a pedir a Reuquecurá, su tío, no armas ni guerreros, sino un rincón cualquiera para vivir proscripto a la sombra de aquellas coníferas gigantescas del sur...". Sin embargo, ese voluntario exilio cordillerano no era posible: también esa región sería incorporada a la soberanía nacional (léase despojada al indio por su exterminio) por los sufridos (y las más de las veces reclutados en levas forzosas) milicos de la mal llamada campaña del desierto (en realidad se trató de un genocidio). El 8 de enero de 1883, durante una ofensiva contra las tolderías del cacique Sayhueque, cayó prisionero un sobrino de Namuncurá ("garrón de piedra" en lengua indígena). Pocos días más tarde, desde Ñorquín, el comandante Ortega informaba que se había presentado en ese campamento el secretario de Namuncurá, Juan Paillecurá, con propósitos de paz. Es que las cosas se iban poniendo cada día más feas para el acosado araucano; ya tenía más de sesenta años, sus fuerzas flaqueaban y -para colmo- le habían capturado parte de su familia, incluída una de sus mujeres. Además, las altas montañas que le servían de refugio imponían un duro precio a cambio de esa relativa seguridad: las penurias, la miseria, el frío, el hambre, no tardarían en empujarlo hacia una decisión extrema.
Así las cosas, el padre Domingo Melanesio -un misionero llegado al Neuquén en esa época convulsionada- recibió un día la visita de varios indios de Namuncurá; los emisarios le anunciaron la rendición de su jefe y le solicitaron que intercediera ante las autoridades del invasor blanco, que ya habían rechazado varios pedidos de audiencia. Entonces los acontecimientos se precipitaron: el citado cura se comprometió a servir de mediador y envió a Namuncurá una carta en la que alababa su decisión y lo invitaba a acudir al fuerte Roca. Garrón de Piedra, tras unos últimos cabildeos, emprendió con su gente un largo y penoso viaje de 450 kilómetros hasta el fortín Romero, donde se presentó con 240 hombres semidesnudos y hambrientos, ante el oficial Morosini. La novedad -para entonces sensacional- no tardó en despacharse a Buenos Aires, donde la recibió el ministrode guerra Benjamín Victorica; en su respuesta, éste aconsejó que se hiciera bajar hasta Roca al jefe indio y a toda su tribu, y que se los tratara "bien", obsequiándolos y ofreciéndoles toda clase de seguridades (tal era el respeto que se había granjeado el derrotado).
Cuando namuncurá y su gente llegaron a Paso de los Indios, los comerciantes los recibieron con simpatía y hasta quemaron cohetes en su honor. Luego, en el fuerte Roca "le fue regalado un quepis de teniente coronel, el pantalón punzó con franjas de oro y el capote militar con presillas de coronel" (con el tiempo subyace la duda: homeneje?, humillación? maquillaje para presentarlo en Buenos Aires?). Dicen que mientras esperaba el momento de viajar Buenos Aires, recibió varias ofertas chilenas para reconquistar su territorio (los diarios militares que refieren el hecho, no aclara, con cierta tendenciosidad, si fueron de sus pares de raza o del gobierno trasandino), pero las rechazó de plano: su "patria" era la República Argentina (o acababan de convertirse sus dominios y su terruño en parte de ésta, lo que es bastante distinto, y el vencido actuaba por la preservación de los suyos). No tardaría en pedir al gobierno tierras y útiles de labranza para dedicarse a la agricultura. La singular comitiva del cacique sometido partió de Carmen de Patagones el 17 de junio de 1884, a bordo de un pequeño vapor francés; lo acompañaban varios capitanejos, un lenguaraz y una de sus esposas, Rosario Burgos, de dieciocho años de edad.
Ya en la Capital, Namuncurá y su gente fueron conducidos a la casa de gobierno y luego alojados el el cuartel de 1° de infantería, donde se les proporcionó camas y algunas comodidades. Su programa en la gran ciudad fue digno de un personaje de la mayor importancia (y él lo era en aquel contexto). Visitó a Victorica, quien lo acompañó al despacho de Julio A. Roca, entonces presidente. Cuentan que ya no había en él rencor hacia el genocida, y permaneció varias horas charlando y rememorando episodios de la lucha en el desierto. Antes de retirarse, Namuncurá le solicitó a Roca que se hiciera cargo de la educación de uno de sus hijos, Juan Quinturas. Por la tarde de ese día pleno de emociones, el cacique visitó con su comitiva el congreso, donde fue recibido por el senador Madero. Muchos de los presentes sentían una extraña y curiosa sensación al agasajar al que representaba a aquellos contra quienes guerrearon y ellos votaron repetidamente fondos para sostener la campaña. Con un último obsequio de Quinientos pesos fuertes que le hiciera Roca, la comitiva adquirió cierta cantidad de provisiones (yerba, azucar, dulces) y artículos suntuarios como collares pañuelos de seda y otras baratijas para las damas. Finalizados "los agasajos de reconciliación", retornó la comitiva al sur. Posiblemente no fueron tan bucólicos como se pintan los últimos años del otrora nómade guerrero, cultivando el suelo neuquino mientras crecían sus hijos y nietos (entre los promeros Ceferino , llamado "el lirio de la Patagonia"); posiblemente con la inteligencia que caracterizó a muchos de sus congéneres de raza, todo lo aceptó en pos de evitar el exterminio total.
En un rincón de su querida tierra que lo vio nacer, Garrón de Piedra encontró su última morada. Hoy sus restos descansan en Junín de los Andes, cerca de los suyos, que todavía luchan contra los despojos pero que prevalecieron y preservaron legados; entre algunos de nosotros, que con el tiempo hemos aprendido a releer la historia

domingo, mayo 14, 2006

Los Nombres de las Calles IV (Hombres de Honor)


BERÓN DE ASTRADA

Genaro Berón de Astrada, con el grado de Coronel del ejército de las Provincias Unidas; se convirtió en Gobernador de la Pvcia. de Corrrientes en 1836 y principal figura del Unitarismo opuesto a Juan Manuel de Rosas hacia el año 1839.
En marzo de dicho año y para liberarse de "la política e influencias ominosas del Restaurador", había celebrado una alianza defensiva-ofensiva con el gobierno de Uruguay; comunicando también que los súbditos franceses serían tratados en la tierra del Libertador, "como los de Nación más favorecida", lo que era una elegante manera de sumarse al bloqueo que la flota francesa imponía al puerto de Buenos Aires. La represalia no se haría esperar y, un ejército a las órdenes del General Echagüe (a la sazón gobernador de Entre Ríos y hombre de Rosas), marchó hacia el norte para encontrarse con las tropas de Berón de Astrada en Pago Largo, el que sería escenario de una de las batallas más cruentas libradas en suelo patrio.
Entre las líneas del gobernador de Corrientes, se hallaba nada menos que Manuel de Olazábal, soldado de San Martín. Su artillería era comanadada por un oficial francés, pero no tenía relación directa con el conflicto, pues era habitual que, por ideales, aventura o dinero, oficiales europeos sirvieran e instruyeran ejércitos en estos pagos de la América del Sur.
Es también notable que entre los hombres del ejército punitivo enviado a Corrientes, además del General uruguayo Servando Gómez, revistase también Justo José de Urquiza, cuya caballería sería decisiva durante la batalla que sobrevendría.
al alba del 31 de marzo de 1839, cerca de Pago Largo, a la vera del arroyo Basualdo, Echagüe ordenó el ataque contra el rebelde gobernador de Corrientes. Pese a durar escasas cinco horas, la batalla pasó a la historia por el encarnizamiento con que lucharon los correntinos, más que doblados en número por los siete mil hombres del General Echagüe, mejor instruídos y muy bien pertrechados y equipados por el gobierno de Rosas. Entre los espinillos y riachos quedaron los cadáveres de mil novecientos sesenta correntinos.

Pudiendo huir, Berón de Astrada entra en la historia grande, pues tras sus ideales (y sin juzgar aquí sus motivaciones, ideología ni modelo de país que encarnaba), deja su vida y con él ochenta y tres oficiales siguieron el ejemplo y perecieron; entre ellos los Coroneles Navarro y Rolón. Ni un oficial se rindió, ni uno fue tomado prisionero. Los unitariastas del litoral cedieron posiciones cuando los arrolló la caballería de Urquiza. (Un siglo y medio después, el Ex Tte. Cnel. Aldo Rico, no muy lejos de ahí, luego de poner en vilo al país en defensa de la corporación de subalternos genocidas del '76, de la que ni siquiera participó activamente, ni cumplió con su proclama de luchar hasta el último cartucho, ni tuvo el coraje de pegarse un tiro: se convirtió en un político más de la década ultrainfame).

AZARA

El cartógrafo y geógrafo Félix de Azara; fue enviado a fines del S XVIII por la corona española, con el propósito de delimitar territorios con el Imperio portugués. Seducido por el Chaco ignoto, viajó largos años por esos parajes, creciendo en él una indignación que le generaba sed de justicia frente a la corrupción de la administración colonial y el maltrato a los naturales de la tierra.

El 19 de febrero de 1799, envió una carta lapidaria al respecto al Virrey Olaguer y Feliú. En un notable documento, lo menos protocolar posible para esa época, advirtió a las autoridades de Buenos Aires sobre sucesos bochornosos de los que daba Fe y ofrecía pruebas: el Obispo arcediano de Córdoba, había solicitado a la península dinero para crear reducciones en el Chaco y de esa manera, rescatar para la civilización y la cristiandad a aquellos a quienes estos europeos tildaban de bárbaros. La partida se envió, pero el grueso del metálico tuvo como destinos negociados que con un tal Arias (que tenía por socio), llevó adelante. Rincón de la Luna, tal el nombre del lugar elegido para la reducción y a donde se convocó a los aborígenes, fue llevado adelante por dos frailes casi llevados por la fuerza y, al cabo de dos a cuatro años, las taperas donde éstos habitaban y las chozas destinadas a los indios, se hallaban en tal estado de ruinosidad que los sacerdotes huyeron y los aborígenes erraban desesperados en busca de mitigar la hambruna, el Santo Obispo que mientras se paseaba por Asunción y el tal Arias que merced a estas moradas de paja había reclamado el grado de Coronel por mérito. cuenta Azara que debido a la desastrosa administración, se quebrantó el funcionamiento de un asentamiento que durante cientos de años permitió sobrevivir a los indios, que ahora corriendo tras las bestias por hambre, volvieron a ser errantes.

Asimismo, denunció al Gobernador del Paraguay que prometía producir seda, ignorando por completo si realmente existía el gusano para obtener tal tela y además sin previsiones de su crianza de encontrarlo; además por ignorancia o corrupción anunció que explotaría platino cuando en realidad la veta hallada era de simple "fierro" en palabras del enviado real. No se detuvo ahí, y explicó cómo los planes del Cabildo de Buenos Aires para con el Gran Chaco en cuanto a su colonización, eran simples papeles mojados: al no hablar ningún español ninguna de las lenguas de los indígenas que habitaban la regió, ni tenr idea sobre su forma cultural de vida, muy pocas posibilidades tenían de integrarlos a la vida del Virreinato, sino más bien de doblegar la barbarie (tal como la estigmatizaban) por métodos más expeditivos, apropiándose de las tierras de forma tal de hacer escaso favor al honor de la corona y granjearse la antipatía y rencor de los nativos, sin duda futuros enemigos.

No sabemos si las cartas en lenguaje llano y sencillo de Azara a Madrid, en aquella época de aduladores y protocolos cortesanos, surgieron algún efecto a favor de sus causas. En todo caso, las autoridades las archivaron rápidamente arguyendo que mentían y exageraban hasta la falacia sobre el accionar de los representantes en el nuevo mundo. Azara fue llamado a la península en 1805 y murió durante las invasiones napoleónicas. Sus enemigos le denostaron con un título que a la postre iba a ser su mejor homenaje: "El Abogado de los Indios". (Mueca burlona la de nuestra ciudad que le hace compartir las piedras viejas de Barracas con la valerosa pero despiadada Isabel La Católica y otros rapaces conquistadores y aventureros como Pinzón, Caboto, Hernandarias y otras joyitas, que tienen chapa en nuestras calles).

JOAQUIN V. GONZALEZ

Nacido el 6 de Marzo de 1863, este riojano llegó a la primera magistratura de su provincia con solo 26 años de edad. Su pader, un liberal que se opuso con suerte variada a las montoneras del Chacho Peñaloza y de Felipe Varela; pasó gran parte de su vida oculto en una gruta mientras la familia creció en una estancia de Huaco, donde como refugiados crecieron Joaquín y sus hermanos. A los once ya sabía leer y escribir, merced a la educación que le daba su hermana mayor y fue entonces, con esa corta edad que marchó a Córdoba, donde cursó el bachillerato en el Colegio Monserrat. Luego estudió Jurisprudencia y, a los 23 se doctoró con una tesis sobre "La Revolución". Comprendía que el tiempo de las luchas debía concluir.

Las condiciones de juristas y la visión regionalista del joven, llamaron la atención del gobernador de La Rioja. Cuenta armando Bazán, que presentó un "Memorandum" que no solo sirvió de precedente para solucionar casi relegando al olvido el litigio de límites entre su provincia y Córdoba, sino que además es el documento fundacional para la construcción de una unidad económica centro-norte del país, que llegaría a ser realidad durante parte del siglo XX; limadas las asperezas entre provincias hermanas merced a su gestión.

Gran literato aficionado, accedió a la gobernación un 24 de junio de 1889. Si bien no puede escapar a la realidad de una politica entre facciones rivales de la época (era hombre reconocido por Mitre); se recuerda su obra de gobierno como una de las mejores, incluyendo todas las que se sucedieron en el S XX y XXI; fundó institutos de enseñanza, se preocupó por la subsistencia precaria de su pueblo, la vivienda, promulgó la ley que creaba el Consejo de Higiene... Como su mandato coincidió con el infame "Unicato de Juárez Celman" (que como hombre del interior que también era avergonzaba su gestión presidencial a González), tomó distancia de la administración central, celando de la independencia provincial en todo lo que la Carta Magna le autorizaba; los roces fueron continuos pues nunca cedió las prerrogativas provinciales. En 1890, saludó con entusiasmo la Revolución encabezada por Leandro N. Alem y uniendo acción y palabra, no tardó en sumar a su gobierno a varios hombres de la flamante Unión Cívica, seguidores del caudillo radical. La oligarquía local, que revistaba tanto en la oposición, como entre sus propias filas (no podemos olvidar que, como todo dirigente de esa época, pertenecía a una élite privilegiada), no tardó en presionarlo a tal punto por estas circunstancias, que antes que claudicar en su pensamiento, presentó su dimisión en octubre de 1891 (en contraste con los actuales gobernadores "atornillados" frente a los escándalos más alevosos).

Volvió a la vida pública de la mano del presidente Quintana, como ministro de Justicia y Educación y de su paso por ese cargo, que cumplió durante el período que Quintana estuvo vivo, destacan dos gestos: su enfrentamiento con el nefasto Figueroa Alcorta y como obra, la creación de la Univerisdad Nacional de La Plata, una de nuestras instituciones académicas más prestigiosas. Murió en el marco de una vida austera en 1923.


miércoles, abril 26, 2006

Los Nombres de las Calles III
2ªEd. Oriental


LAVALLEJA

Bautizado como Juan Antonio la Valleja y de la Torre, nació el 24 de junio de 1784. Partcipó de las luchas independentistas contra españoles, portugueses y porteños a las órdenes de Artigas y Rivera.
Participó en la Batalla de Las Piedras, donde obtuvo el grado de Teniente. También participó en el primero y en el segundo sitio de Montevideo; y acompañó a Artigas en el éxodo del pueblo oriental. Habiendo combatido en la batalla de Guayabos, fue designado por Artigas en calidad de comandante militar de la ciudad puerto de Colonia, con la misión primordial de organizar los corsarios que operarían en el Río de la Plata contra las naves portuguesas. En 1817 se sostuvo vigorosamente junto a Rivera en el Paso de Cuello, contra muy superior número de soldados del general portugués Lecor. El 3 de abril del año 1818 una fuerza portuguesa lo hizo prisionero en el arroyo Valentín (Salto). Fue remitido a Río de Janeiro, donde quedó confinado en la isla Das Cobras(tristemente famosa cárcel de la que pocos salían con vida). En 1821 se autorizó su vuelta a Montevideo e inmediatamente tomó servicio en el Regimiento de Dragones de la Unión, cuyo jefe era el coronel Rivera. Cuando se proclamó la independencia del Brasil para constituirse en Imperio de Brasil, Rivera y Lavalleja estuvieron junto con Lecor, firmando el acta de aclamación y reconocimiento del emperador Pedro I de Brasil, el 17 de octubre de 1822. Fugado a Buenos Aires en 1824, las autoridades imperiales lo declararon desertor confiscándole sus bienes.
Sus antecedentes significaban mucho para la emigración oriental repartida en todas las Provincias Unidas del Río de la Plata, y los planes de revolucionar la Provincia Cisplatina (como se llamaba desde la anexión portuguesa, luego brasileña), cobraron visos de realidad. Y en combinación con los jefes que tenían algún mando en la Banda Oriental que se hallaban dispuestos a secundar una tentativa de revuelta, se logró reunir tras muchos esfuerzos, el dinero necesario para el equipo de la pequeña expedición que desembarcando en la costa oriental, debía provocar el levantamiento del país contra sus ocupantes. Lavalleja fue el elegido para jefe de la peligrosa empresa. La expedición se realizó el 19 de abril de 1825, tomando tierra en la orilla del Río Uruguay, playa de la Agraciada, con unas pocas armas y al frente de un grupo de 32 compañeros(ver 33 Orientales) y logró levantar la campaña.
Luego de la reconciliación con Rivera, en el célebre “Abrazo del Monzón”, y del triunfo obtenido con éste contra las fuerzas brasileñas en la batalla de Rincón, ambos jefes unieron sus fuerzas para enfrentar al contingente reunido por los imperiales, en la batalla de Sarandí; que produjo el restablecimiento del apoyo del gobierno porteño a los revolucionarios de la Banda Oriental. Lavalleja fue incorporado al Ejército Republicano precisamente para alejarlo del campo de la política y marchó a la campaña de Río Grande do Sul, tocándole hallarse en la jornada victoriosa de Ituzaingó el 20 de febrero de 1827. Siguieron sus desafectos con el general en jefe Carlos María de Alvear, lo que produjo la inacción del Ejército Republicano, mientras los imperiales se preparaban activamente para reabrir las hostilidades. Hubo necesidad de retirarse y Alvear se estableció en Cerro Largo y Lavalleja en el Durazno, hasta que a la separación de Alvear, en julio de 1827, Lavalleja fue investido con el mando superior del citado Ejército.
La Convención Preliminar de Paz que se convino en 1828 entre el Imperio de Brasil y las Provincias Unidas, hizo a Lavalleja deponer su candidatura y el general José Rondeau se hizo cargo del Gobierno Provisorio el 1º de diciembre. Jurada la Constitución el 18 de julio de 1830, aspiró Lavalleja a ser elegido como Presidente; pero fue derrotado por Rivera en la votación efectuada en la Asamblea General Legislativa, en la cual obtuvo 27 votos contra 5 de Lavalleja.
En 1831 Rivera había destituído como Jefe del Estado Mayor al Cnel. Eugenio Garzón, hombre de confianza de Lavalleja; con el cual organizó una sublevación en junio de 1832; cuando el mayor Juan Santana intentó aprehender a Rivera en Durazno, lo que éste evitó cruzando a nado el río Yí. Un grupo de dirigentes afines a Lavalleja, encabezado por Garzón - entre ellos Silvestre Blanco, Miguel Barreiro y Pablo Zufriategui - hicieron saber a la Asamblea General que sólo obedecerían las órdenes de Lavalleja; pero éste no contó con el apoyo de los hermanos Manuel e Ignacio Oribe, los que iniciaron una mediación dirigida a preservar el orden institucional. Los negociadores del Gobierno y de Lavalleja firmaron un acuerdo por el cual se reconocía a Rivera como Presidente y se otorgaba a Lavalleja el mando militar; pero ese acuerdo no fue aceptado por Rivera. En definitiva, falto del apoyo de Oribe y con la oposición de dirigentes argentinos del partido unitario dirigidos por el Gral. Juan Lavalle - que ya actuaban en el Uruguay a causa de su oposición a Juan Manuel de Rosas, con quien Lavalleja tenía afinidades políticas - la sublevación quedó definitivamente derrotada, y Lavalleja debió refugiarse en el Brasil. Volvió a intentar varias invasiones desde Entre Ríos y Brasil en 1833 y 1834.
Rivera fue sucedido en la Presidencia por Manuel Oribe, quien había sido hombre de confianza de Lavalleja en las luchas de la independencia; aunque no lo había apoyado en sus últimos intentos de sublevación. Habiéndose alzado Rivera contra su gobierno, Oribe convocó a Lavalleja a reintegrarse al país, y le restituyó sus grados militares y bienes, que le habían sido confiscados por el gobierno de Rivera. El 19 de noviembre de 1836 tuvo lugar el combate de Carpintería, en el cual Lavalleja participó junto a las fuerzas del gobierno comandadas por Ignacio Oribe, y donde fuera derrotado el ejército de Rivera. En ese combate, las tropas de Rivera utilizaron vinchas de color rojo - hechas con el forro de los ponchos - y las de Oribe las usaron de color blanco; lo que originó las “divisas” que tradicionalmente distiguieron en adelante a los dos partidos que pautaron la vida política del país.
En 1837, luego de haber participado también en el combate del Durazno, cuando Lavalleja estaba al mando de la plaza de Paysandú, y ante la renuncia de Oribe decidió abandonar el país y retornó a la Argentina. Allí participó de las luchas civiles encabezadas por Echagüe, con quien organizó en 1839 un llamado Ejército Unido Libertador, que invadiera el Uruguay siendo derrotado por Rivera en la batalla de Cagancha. Retornado a la provincia de Entre Ríos, intervino Lavalleja en las luchas organizadas contra el gobierno porteño, enfrentando al ejército comandado por el Gral. Juan Lavalle - que había sido su oponente a la sublevación de 1832 - en el combate de Don Cristóbal.
En 1851, terminada la Guerra Grande, Lavalleja fue designado Comandante General militar de la zona actualmente comprendida por los Deptos. de Cerro Largo, Lavalleja y Maldonado. En 1852 pasó a comandar la Segunda Sección territorial, bajo el gobierno del Presidente Giró.
Es nombrado junto a Rivera y a Venancio Flores en el Triunvirato de Gobierno que el 25 de setiembre de 1853 sustituyó al gobierno constitucional de Juan Francisco Giró. Antes de cumplir un mes de triunviro, falleció repentinamente mientras cumplía sus funciones en el fuerte de Gobierno.



FRUCTUOSO RIVERA
Nació el 17 de octubre de 1784. Su nombre completo era Fructuoso Rivera y Toscana. Fue el primer presidente constitucional del Uruguay y fundador del Partido Colorado.
Veterano militar de las gestas artiguistas, lugarteniente de Artigas, tras la derrota de los orientales en Tacuarembó inflingida por las tropas del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, Fructuoso Rivera pasó al servicio de las tropas portuguesas como oficial. En 1825 se produce la gesta de los Treinta y Tres Orientales bajo el mando de Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe quienes desembarcan en la Agraciada el 19 de abril de ese año. Tras las primeras victorias de los libertadores sobre los invasores , Fructuoso Rivera volvió oportunamente con sus antiguos camaradas hecho que se conoce como "El abrazo del arroyo Monzón", convirtiéndose así en uno de los tres comandantes principales. Gran estratega militar, fue uno de los varios artífices de la independencia uruguaya, reconquistando por su cuenta, junto al santafesino Estanislao López las Misiones Orientales ( actualmente región occidental de de Rio Grande do Sul). Por el Tratado Preliminar de Paz (1828) que declaraba independiente al territorio uruguayo Rivera debió abandonar las Misiones Orientales, estableciendose con varios refugiados en la población que actualmente se llama Bella Unión.
Gobernó constitucionalmente como Presidente de la República en 1830-1834. Durante ese período Lavalleja intentó recuperar el mando que se le había otorgado el 14 de junio de 1825 en el Congreso de la Florida pero, con el apoyo brasileño, Rivera pudo derrotar a Lavalleja . El caudillo no era hombre de Estado, ni entendía de problemas de administración. Su fuerza radicaba en la vinculación personal con la gente de campo, por lo que abandonó el poder formal del Estado en manos de los “doctores”. A su vez, éstos, intentaron establecer una organización estatal por medio de recursos formales (leyes y decretos), pero el país real escapaba a su voluntad porque carecía de fuerza política para imponerla. El resultado fue un desorden y lentitud en la organización administrativa del naciente Estado.
Durante su segundo período de gobierno 1838-1842, como consecuencia de los constantes enfrentamientos entre sus seguidores y los de Oribe, estalló la Guerra Grande, llamada de esta manera debido a las alianzas internacionales de ambas facciones, entre las que se destacan los Federales de Rosas y Urquiza por una parte; y los brasileños y Unitarios de Argentina por la otra, aliados a Oribe y Rivera respectivamente. Fue el responsable directo de la masacre y genocidio de los últimos indígenas que quedaban en Uruguay. Por lo que Uruguay es el único país de las Américas que no tiene población indígena. Debió exiliarse al Brasil.
Al comienzo de la Guerra Grande sucede la Batalla de Carpintería, donde por primera vez se utilizan las divisas blancas para Oribe y rojas para Rivera, dando lugar a la fundación del Partido Blanco (en 1872 renombrado como Partido Nacional) y el Partido Colorado, de los cuales estos dos personajes son considerados fundadores. Estos son los llamados Partidos Tradicionales en Uruguay, y siguen existiendo hasta la fecha.
Como consecuencia de los pactos que siguieron a la finalización de la Guerra Grande, es nombrado junto a Lavalleja y a Venancio Flores en el Triunvirato de Gobierno que el 25 de setiembre de 1853 sustituyó al gobierno constitucional de Juan Francisco Giró. En el transcurso de su viaje desde Río de Janeiro, falleció el 13 de enero de 1854.


GRAL. VENANCIO FLORES
Nació en Trinidad el 18 de mayo de 1808 y lo bautizaron como Venancio Flores Barrios.
Luchó en la Cruzada Libertadora que se inició con el desembarco de los Treinta y Tres. En 1839 fue nombrado Jefe Político del departamento de San José. Luchó en la Guerra Grande contra Oribe y Rosas (1843 - 1851) y participó en la Batalla de Cagancha. Al inicio del Sitio Grande fue designado Comandante Militar, convirtiéndose luego en un influyente personaje en el Partido Colorado.
Con el final de la Guerra Grande, el presidente sería el Gral. Eugenio Garzón, pero su fallecimiento hizo que resultara elegido Juan Francisco Giró, siendo Flores nombrado Jefe Político de Montevideo en 1852. El Gobierno del Presidente Giró se caracterizó por un intento de integración de los grupos “blancos” y “colorados” - llamado “la política de fusión” - como parte de lo cual el Cnel. Venancio Flores fue nombrado Ministro de Guerra y Marina. Sin embargo, la pugna política entre ambos bandos se acentuó, siendo un factor de gran incidencia la rivalidad entre la Guardia Nacional fundada por Oribe y las unidades del Ejército, predominantemente colorado y liderado por Flores. En 1853, cuando renunció Giró, se formó un triunvirato con los Grales. Flores, Rivera y Lavalleja. Con el fallecimiento de estos, entre 1853 y 1854, Flores quedó en ejercicio del Poder Ejecutivo, completando el período de Giró hasta 1855. Mientras en Montevideo, en 1856, crecía la influencia del Gral. Oribe, Flores se radicó en la provincia de Entre Ríos, interviniendo activamente en la Confederación Argentina apoyando a la Provincia de Buenos Aires. Flores fue uno de los generales que hizo el trabajo sucio de Mitre en el interior de nuestro país.
Apoyado por Mitre y Pedro II del Brasil, invadió en 1863 la República Oriental del Uruguay desde Entre Ríos. Ocupó Florida en agosto de 1864 y Paysandú en enero de 1865, para entrar en Montevideo el 20 de febrero de ese año. Se estableció entonces un Gobierno Provisional, nombre que encubría mal su dictadura personal.
Fue quién formalizó en 1865 con sus mentores la Triple Alianza contra el Paraguay, quizás una de las mayores masacres de la historia rioplatense. Fue el mismo Gral. Flores el que comandó la columna oriental y quien se volvió casi sin hombres luego de la derrota de Curupaytí.
Murió asesinado en circunstancias poco claras el 19 de febrero de 1868, en medio de las luchas que se produjeron con posterioridad a su traspaso de mando.


BLANES
Nacido en Montevideo el 8 de junio de 1830, Blanes es uno de los pintores uruguayos de mayor trascendencia y renombre. También conocido al otro lado del charco como “El pintor de la Patria”, debido a que en muchas de sus telas recreó e inmortalizó los episodios más destacados de la historia del Uruguay.
Comenzó su actividad pictórica entre 1853 y 1854, realizando principalmente retratos de amigos y familiares. En 1857, el General Urquiza le encomendadó la pintura de ocho grandes cuadros al óleo representando escenas militares en que él participara.
En 1860, fue becado por el Gobierno del Uruguay para realizar estudios avanzados de pintura, los que efectuó hasta 1864 en París, Roma y Florencia; y le permitió adquirir una gran destreza en las técnicas pictóricas. Su regreso al Uruguay en 1864, marcó el comienzo de su obra más trascendental, que no solamente estuvo constituída por cuadros de escenas históricas, sino que comprende cuadros de extraordinario impacto y creatividad, como “La fiebre amarilla”, de 1871, en que representa una escena vinculada a la epidemia de tifus que se desatara en Montevideo, y en la cual una madre yace muerta en el suelo al llegar el auxilio médico, mientras su pequeño hijo mama de su seno.
Entre los cuadros más importantes de Blanes, cabe mencionar “La muerte del Gral. Flores” de 1868, el mencionado “La fiebre amarilla” de 1871, “Los últimos momentos de José Miguel Carrera” de 1873, “El juramento de los Treinta y Tres orientales” pintado entre 1875 y 1877, y el célebre retrato de “Artigas en la Ciudadela de Montevideo” de 1884. También realizó otras numerosas pinturas de ambiente nacional, como diversos pequeños óleos representando escenas de la vida y trabajos del campo con figuras de gauchos; y numerosos retratos de personalidades de la historia y la sociedad montevideana de la época, como los Grales. Rivera, Oribe y Flores, los retratos de 14 Presidentes de la República, y su propio autorretrato pintado en 1875.
Los cuadros de Blanes ornamentan algunos importantes edificios públicos, como las salas de sesiones del Poder Legislativo; y se exponen principalmente en el Museo de Montevideo especialmente dedicado a su obra. También pueden apreciarse en Internet, en la página del mismo Museo Municipal Juan Manuel Blanes, y en el Museo Virtual de Artes del Diario “El País” de Montevideo.
Falleció en la ciudad italiana de Pisa el 15 de abril de 1901.

CNEL. EUGENIO GARZÓN
El 6 de Setiembre de 1796, nace en la ciudad de Montevideo Eugenio José Garzón Avellaneda. Con apenas 15 años de edad, se incorpora como cadete al ejército popular bajo las órdenes del Gral. Artigas. Con el Protector de los Pueblos Libres combatirá hasta 1814, alcanzando el grado de Teniente Segundo.
Dejará la Banda Oriental para marchar con el Gral. Rondeau en el Ejército del Norte. Derrotados los patriotas en la batalla de Sipe Sipe, Eugenio Garzón junto a otros revolucionarios se traslada a Mendoza donde se incorpora al Ejército de los Andes del general San Martín. En Chile combatirá a las fuerzas realistas alcanzando el grado de capitán. De allí, se embarcará con el ejército argentino-chileno hacia el Perú, para dar la batalla decisiva contra el bastión más poderoso del ejército español.
El general San Martín, tras la cumbre de Guayaquil con Bolívar (en la que el venezolano le niega la ayuda necesaria), envía refuerzos al ejército colombiano que estaba en campaña en el Ecuador. Garzón integra esas fuerzas auxiliares y se destacará en las batallas de Riobamba y Pichincha. Es distinguido por el Protector del Perú con la “Orden del Sol”.
Alejado San Martín de la escena política por la acción de la oligarquía limeña, el ejército libertador de Bolívar culmina la liberación del Perú. Allí se lo verá al coronel Garzón combatir en la Batalla de Junín bajo las órdenes del venezolano y en la Batalla de Ayacucho con el General Sucre.
El poeta peruano José Santos Chocano cantó en su poema “Ayacucho y los Andes”:

Se abre la nieve de una cumbre
y se destaca la cabeza
de otra vestal, que se une al coro
para contar con la voz de una fuente
que salta limpia y fresca
Ese es Garzón,

hijo de Artigas su corazón
finge un carcaj lleno de flechas,
que él en su sueño de charrúa
dispara contra las estrellas...

En 1825, Eugenio Garzón, en conocimiento de la invasión del imperio del Brasil a la Banda Oriental, solicita autorización para partir a su tierra natal. Tanto Bolívar como Sucre autorizan a Garzón a volver a su tierra natal. El 20 de febrero de 1827, el coronel Eugenio Garzón, junto a los viejos compañeros artiguistas y algunos otros de los ejércitos del Norte y de los Andes, blandía su espada, aquella con la que había combatido junto a Artigas, San Martín, Bolívar y Sucre, en la Batalla de Ituzaingó; una vez más luchando por la independencia y la libertad. Aquí le pierdo el rastro pero como habrán visto más arriba pudo haber sido presidente del Uruguay al finalizar la Guerra Grande si la muerte no lo hubiera sorprendido en 1851. Es de suponerse que tuvo una activa participación en los sucesos de su país en este bache de 23 años. Si alguien sabe algo más, le agradecería el posteo.
Hasta la próxima, ¡Vo´!...

sábado, abril 22, 2006

Los Nombres de las Calles II
1ª Edición Oriental

GRAL. JOSÉ GERVASIO DE ARTIGAS
Nacido en Ibiray el 19 de junio de 1764, a los treinta y tres años entró en el cuerpo de Blandengues para cuidar la frontera. El conocimiento adquirido en la campaña como contrabandista y su amistad con los indios dentro y fuera de las misiones hizo que desempeñara la tarea con éxito. En carácter de tal participó en la Reconquista de Bs.As. durante la primera invasión inglesa.
En 1810 el poder español instaló su sede en Montevideo. El 15 de febrero de 1811, adhiriendo a la Revolución de Mayo, Artigas desertó del Cuerpo de Blandengues y se trasladó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios militares. A principios de abril regresó a su patria con unos 180 hombres que le proporcionó el Gobierno de Buenos Aires. El 11 de abril emitió la Proclama de Mercedes (ver Grito de Asencio), asumió el mando de la revolución y el 18 de mayo derrotó a los españoles en la Batalla de Las Piedras. Luego inició el sitio de Montevideo y fue aclamado como Primer Jefe de los Orientales.
En 1812 logró convocar al Congreso Nacional en Maroñas, allí proclamó la Provincia Oriental con gobierno federal. En 1814 organizó la Liga de los Pueblos Libres, de la que fue declarado Protector. Al año siguiente liberó Montevideo del control de los porteños. En 1815 reune en Arroyo de la China (actual Concepción del Uruguay) el Protocongreso de la Independencia Argentina. En este congreso, las provincias de la Banda Oriental, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe se declaran independientes de España y de toda otra potencia extranjera al tiempo que se invita a las demás Provincias Unidas del Río de la Plata a sumarse dentro de un sistema federal. Es allí donde Artigas ratifica el uso de la bandera creada por Manuel Belgrano añadiéndole un festón diagonal punzó, siendo el rojo punzó desde entonces el signo del federalismo en Argentina.
El constante crecimiento de influencia y prestigio de la Liga Federal atemorizó tanto al gobierno de Bs.As. como al del Brasil, y en agosto de 1816 los potugueses invaden la Provincia Oriental (con complicidad porteña). Las fuerzas luso-brasileñas al mando de Carlos Federico Lecor vencen a Artigas y sus lugartenientes, principalmente en la batalla de Tacuarembó y ocupan Montevideo el 20 de enero de 1817, aunque la lucha continuó por tres largos años en la campaña. Indignado por la pasividad de Buenos Aires, Artigas declara la guerra a Bs.As. al tiempo que enfrenta a los portugueses con ejércitos que se vieron diezmados por sucesivas derrotas. Sus lugartenientes, Francisco Ramírez, gobernador de Entre Ríos, y Estanislao López, gobernador de Santa Fe, consiguieron llevar a cabo una lucha victoriosa contra los porteños (batalla de Cepeda) . Pero la esperanza duró poco porque ambos caudillos, al saber del casi aniquilamiento de las tropas federales al este del río Uruguay por parte de los portugueses entraron en acuerdos con Bs.As.
Tras Tacuarembó, Artigas pasa a Entre Ríos, donde Ramírez no acepta la hegemonía del caudillo oriental y entra en abierto conflicto. Ramírez derrota a las tropas de Artigas.
Sin recursos y sin hombres , Artigas se retira al Paraguay en setiembre de 1820 y desaparece de la vida política de la región, falleciendo en 1850.

GRITO DE ASENCIO
Al producirse la Revolución de Mayo en Buenos Aires, la Banda Oriental permaneció, en líneas generales, fiel al gobierno español que traslado su base regional a Montevideo. Sin embargo, entre la población, fundamentalmente de la campaña, comenzó a generarse un movimiento de opinión favorable al movimiento revolucionario. El 27 de febrero de 1811, se reunió un contingente de revolucionarios en la inmediaciones del arroyo Asencio, en el actual departamento de Soriano. Estaban encabezados por Pedro José Viera, conocido como Perico El Bailarín, y Venancio Benavides. Desde allí condujeron las primeras acciones revolucionarias tomando, al día siguiente, las cercanas poblaciones de Mercedes y Santo Domingo de Soriano.
El incipiente movimiento recibiría un fuerte impulso con la incorporación de José Gervasio Artigas que prontamente se convertiría en el líder de la revolución en el país.

33 ORIENTALES
En la medianoche del 15 de abril de 1825, la expedición llamada de los 33 Orientales, al mando del coronel Juan Antonio Lavalleja, partía de Puerto Sánchez, en la localidad de Beccar, partido de San Isidro, para -luego de recorrer los ríos Capitán, Paraná de las Palmas, Chaná, Paraná Miní, Paraná Guazú, Punta Carbón y el arroyo El Sauce- llegar el 19 de ese mes a la costa uruguaya de La Agraciada, con el propósito de levantar la campaña y reclutar hombres para vencer a los portugueses que habían anexado en 1821 a la Banda Oriental con el nombre de Provincia Cisplatina. Portaban una bandera de tres franjas horizontales, azul, blanca y roja, con la leyenda “Libertad o muerte”. En el grupo había 17 orientales y 11 argentinos, siendo los restantes de nacionalidad francesa, paraguaya y brasileña, y dos africanos. La siguiente es la lista de los nombres de los 33 Orientales:
Juan Antonio Lavalleja, Manuel y Dionisio Oribe, Pantaleón y Joaquín Artigas, Andrés y Juan Spikerman, Francisco y Luciano Romero, Ramón, Norberto y Juan Ortiz, Pablo Zufriategui, Simón del Pino, Manuel Freire, Jacinto Trápani, Gregorio Sanabria, Manuel Melendez, Atanasio Silva, Santiago Gadea, Celedonio Rojas, Andrés Cheveste, Avelino Miranda, Carmelo Colman, Santiago Nievas, Miguel Martintz, Juan Rosas, Tiburcio Gómez, Ignacio Núñez, Juan Acosta, Juan Arteaga y José Leguizamon.
La campaña tuvo éxito y fue el punto de partida de la Independencia (definitiva) del Uruguay.

PAYSANDÚ
Ciudad con 86.000 habitantes, Capital del departamento homónimo. Ubicada sobre la margen este del Río Uruguay es fronteriza con las ciudades argentinas de Colón y Concepción del Uruguay. El río se cruza por el imponente puente internacional "General Artigas".
Desde 1749 se comienza a hablar del "Ypauzando" o "Paso de Sandú", señalado con este nombre al lugar sobre el río para pasar el ganado y donde se comenzo a formar el caserío. La creación en 1805 de la Parroquia de Paysandu con el título de San Benito de Palermo significó un reconocimiento del poblado de Paysandú.
Fue sitiada en tres oportunidades. En 1811, al inicio de la revolución, la guarnición patriota que la defendía del ataque de los portugueses que invadieron la Banda Oriental, resistió el sitio hasta que fue tomada por asalto y sus defensores ejecutados (sólo se salvaron siete de ellos). En diciembre de 1846, durante la Guerra Grande, fue sitiada por Fructuoso Rivera. Los defensores se rindieron tras violentos combates y la ciudad fue tomada y saqueada. Tras la victoria de Ignacio Oribe sobre Rivera en la Sierra de las Ánimas (enero de 1847) la ciudad fue recuperada por las tropas del gobierno del Cerrito.
Paysandú es famosa por el 3º y heroico sitio. En enero de 1864, tropas de Venancio Flores sitiaron la ciudad defendida por Lucas Píriz, pero abandonaron el lugar por la proximidad de las fuerzas del ejército del gobierno que encabezaba Bernardo Prudencio Berro. Sin embargo, el 2 de diciembre las fuerzas sublevadas, que contaban entonces con el respaldo de una escuadra fluvial brasileña al mando del Marqués de Tamandaré y de tropas argentinas enviadas por el presidente Bartolomé Mitre, pusieron nuevo cerco a Paysandú. Bloqueada por vía fluvial y atacada por un ejército de 15.000 hombres, la defensa opuso 1086 combatientes a las órdenes de los Coroneles Leandro Gómez y Lucas Píriz. Flores envió un ultimátum a Gómez exigiendo la inmediata rendición, y este devolvió la carta con una frase agregada, encima de su firma: "Cuando sucumba". Exactamente un mes (2 de diciembre de 1864 a 2 de enero de 1865) duró la defensa de la plaza, que no contaba con murallas. Leandro Gómez y Lucas Píriz se hicieron fuertes en torno a un perímetro de seis manzanas por dos en el centro de la ciudad, sosteniéndose de forma poco menos que increíble ante la disparidad de fuerzas, mientras esperaban refuerzos que descomprimieran la situación y forzaran a Flores a levantar el sitio. Los auxilios que se esperaban nunca llegaron. El caudillo argentino Juan Saa alias "Lanza seca", fue detenido por el caudillo colorado de Soriano, Máximo Pérez, en el Río Negro, y el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza se mantuvo neutral, pese a que uno de sus hijos participó en la defensa. El 8 de diciembre se convino una tregua que permitió evacuar a parte de las familias y algunos extranjeros, que pasaron a una isla del río Uruguay bajo jurisdicción argentina. Los sitiadores prepararon el asalto final para la madrugada del 31 de diciembre, cuando un infierno artillero se abatió sobre la ciudad. Los defensores, padeciendo toda suerte de privaciones, resistieron hasta la tarde del 2 de enero de 1865. En medio de esas gestiones los brasileños entraron al recinto fortificado abrazándose con los defensores y gritando que se había convenido la paz, lo que no era cierto. Leandro Gómez y su Estado Mayor se vieron de pronto rodeados y tomados prisioneros. Fueron fusilados sin ningún tipo de juicio previo.
La resistencia y el valor que presentaron los sitiados frente a los invasores, a pesar de la disparidad de fuerzas, le mereció el apodo de "Heroica Paysandú" o la "Heroica", apodo que tiene su origen en estrofas del payador argentino Gabino Ezeiza(1889):

"Heroico Paysandú, yo te saludo
hermano de la patria en que nací
tus versos y tus glorias encendentes
se cantan en mi tierra como aquí.
Los bardos que tenemos en el Plata,
que están en el Olimpo en su canción,
dedican a este pueblo de valientes
su más grande y sublime inspiración,
dedican a este pueblo de valientes
su más grande y sublime inspiración."

Continuará...

La Reina del Plata vista por un pájaro(n)

Hace un tiempo tuve la oportunidad de viajar al sur en avión en un día maravilloso (lo que algunos llamaríamos "un día peronista")...