jueves, mayo 24, 2007

Quiénes somos, dónde estamos (raíces bajo los adoquines)






Hoy en día, las proyecciones censuales y algunos datos recogidos de trabajos de campo por sociólogos y otros profesionales del áreas involucradas con estadísticas, demografía, desarrollo social, etc.; indicarían que en la ciudad de Buenos Aires y el GBA, residen un 5% de extranjeros (entre 1.200.000 y 1.400.000 personas) y casi un 25% de personas oriundas del interior del país (casi 3.500.000 habitantes).




Las comunidades extranjeras predominantes hoy en día son, en primer lugar, de dos países limítrofes: Bolivia y Paraguay. Y digo predominantes porque si bien sigue siendo importante el número de italianos y españoles nativos que residen en la Reina del Plata, se trata de una población de una franja etaria alta, ancianos muchos de ellos y de presencia menguante a medida que transcurren los años: no hay flujo inmigratorio de estas penínsulas, hoy, integradas a la privilegiada élite de países del "primer mundo" (no es relevante ni es tomado en cuenta el número de porteños que, por descendencia sanguínea, a conseguido la ciudadanía de alguno de estos países: al fin y al cabo, ellos nacieron junto al Río color de León).




Haré una breve reseña del cuadro actual y luego desandaremos la historia de las raíces étnico-demográficas de los habitantes de la metrópolis. Si bien por las condiciones de extrema pobreza en que se ve sumida gran parte de la población del vecino país, siempre hubo un flujo inmigratorio de bolivianos; el fenómeno económico del 1 a 1 (o sea la relevante posibilidad de obtener ingresos en moneda dólar) provocó una avalancha de inmigrantes ilegales durante los años '90 del siglo XX (y cuando digo ilegales, no hay un acto peyorativo ni juicio de valor, sino un dato importante porque nos habla del status de ciudadanía restringida de esta gente, en generalmuy laboriosa y respetuosa, que por otra parte, son nuestros compañeros de peripecias "sudacas"; porque alguna vez los argentinos creimos que gozábamos de algún status distinto frente a los europeos); de forma tal de superar en número a la colectividad paraguaya. Se habla de más de medio millón de bolivianos viviendo en Buenos Aires. Su número es tal, que tal como ocurriera con las inmigraciones masivas decimonónicas, ya no limitan su presencia al área del bajo Flores, Soldati o Lugano: casi no hay barrio de la capital o el conurbano que no tenga su comercio atendido por representantes de este país ( se han dedicado al comercio minorista de frutas y verduras, lo que hace unas décadas era venta callejera hoy los tiene como protagonistas en minimercados de origen chino o negocios propios) y se han radicados en extensas barriadas (Ezpeleta, Villa Celina, Laferrere, etc.) y, por ese status de cierta promiscuidad y vulknerabilidad social, en cuanta villa de emergencia hay en el ámbito de la capital y los partidos vecinos. Es, en general, una comunidad homogenea y cerrada que vive en sus propios ghettos geográficos y culturales, aunque la escolaridad auspicia para la descendencia, ya nativa de nuestro país, una mayor integración, lo que no signifique menor discriminación. Hay una importante cantidad de mano de obra de este país en la industria de la construcción (donde siempre predominaron los paraguayos) y asimismo una gran masa trabaja en la industria textil, donde se suceden los casos de trabajo "esclavo" que a diario se denuncian por los medios.




La presencia de los paraguayos tiene una data similar a la de las grande oleadas de migración interna de connacionales (fundamentalmente del NOA y del litoral) y está vinculada a la llegada al poder del peronismo, allá por 1946. La concentración industrial del cinturón del gran Buenos Aires, sumado al fenómeno (casi global en occidente) de disminución de la población rural; generó un nuevo proletariado compuesto de provincianos que buscaron mejores oportunidades en la gran urbe. El fenómeno de concentación poblacional, generó una gra presión en la demanda habitacional y, gran cantidad de inmigrantes del país guaraní, arribó en forma regular o no (las relaciones del gobierno peronista con su par paraguayo, eran muy buenas), para sumarse al sector de la construcción.


Ocurría por aquel entonces el último gran movimiento inmigratorio de ultramar, relacionado con la posguerra europea y el hambre y la desolación en el "Viejo Mundo"; ingresaron durante la década 1945-1955 una gran cantidad de personas empujadas por estas circunstancias o las de índole político (fugitivos de diversos pelajes, buenos y malos), sumando casi tres millones de habitantes al país; aunque algunas colectividades no se asentaron en Buenos Aires y se distribuyeron en lugares puntuales de la geografía nacional, con remedos de su tierra natal (como ocurrió con la oleada inmigratoria anterior, la primera a gran escala), un ejemplo característico es el de la colectividad alemana llegada en esos años, que buscó en lugares como las Sierras de Córdoba o Bariloche un sitio para reubicarse (algo similar con el flujo inmigratorio de medio oriente en los primeros años del siglo XX, que se asentó en las provincias del Noroeste, que remedaban su geografía oriunda). Lo concreto es que en esos años, los italianos representaron un 50% de los nuevos inmigrantes en la ciudad porteña, los españoles (pos guerra civil) un 28% y los paraguayos un 5%. Arribó por entonces una importante cantidad de japoneses, que se dedicaron a la limpieza de ropa (un clásico en las tintorerías porteñas que, durante décadas ostentaron nombres como "Sakura", "Tokio", "Kobe", etc.) muchos de ellos campesinos de origen humilde de la isla de Okinawa (asolada por la guerra), que también se dedicaron a la jardinería y viveros, actividad más relacionada con tradiciones niponas.




Volviendo a la actualidad, y dejando de lado la melange característica de toda ciudad cosmopolita, es muy importante la colectividad coreana que arribó entre fines de los '70 y principios de los '90, provenientes (no importa si nacieron en el norte) de Corea del Sur en su inmensa mayoría. No menos de 60.000 individuos arribaron en dos décadas, afincándose la mayoría en Buenos Aires (aunque muchos usaron Argentina como trampolín para un destino final en América del Norte), con un nivel económico alto, debido a la política de incentivo monetario de su gobierno para una descompresión demográfica de la hiperpoblada península asiática). Más importante aun es la presencia China: llegados de Taiwan por problemas de superpoblación en un principio; la nueva política de Beijing que permitió durante los '90 la salida de población de la China continental, trajo a las costas porteñas a un número no inferior a los 100.000 individuos, muchos de ellos de origen campesino humilde , que trabajan para organizaciones más poderosas de la colectividad.


Porúltimo, para redondear el cuadro contemporáneo, una masa cercana a los 40.000 ciudadanos peruanos llegó luego de una larga jornada de travesía terrestre hasta nuestros pagos. Esto estuvo también asociado al 1 a 1 y se trató de gente de origen humilde; nunca había sido tan relevante el número de representantes del país inca en nuestra ciudad; la tendencia de este flujo es decreciente. Los vecinos uruguayos siempre tuvieron una presencia importante en nuestra sociedad; durante siglosse formó una unidad cultural tal (la rioplatense), que hace muy difícil distinguir a un oriundo de uno u otro lado del charco, lo que conllevó a una natural y completa integración en la sociedad porteña de los hermanos de la Banda Oriental, cuyo número solo se puede determinar al tener en cuenta que la población uruguaya no tiene crecimiento demográfico desde hace varias décadas...




Pero la raíz madre de nuestra sociedad (además del importante número de provincianos que arribaron desde el peronismo a la fecha, hasta alcanzar ese 25% del que hablamos al comienzo); reside en el gran primer movimiento migratorio que se produjo en los últimos años del siglo XIX y las priméras décadas del XX. Efectivamente, hasta 1880, la "Gran Aldea" estaba habitada por criollos, descendientes de los esclavos negros, y nucleos de europeos con neta predominancia española y en menor medida británica. Si bien el proyecto de renovación de la composición racial de la llamada generación del '80 (Sarmiento, Alberdi, Mitre, Roca y Cía), ya estaba en marcha; la inestabilidad política del país y sus luchas intestinas, lo hicieron aparecer como inseguro hasta acercarse la última década del siglo XIX. Entre esos años y el cierre de la inmigración por la crisis económica mundial, allá por 1932; arribaron a Buenos Aires para desparramarse por el territorio nacional, pero también para cambiar definitivamente la cara de la sociedad porteña, millones y millones de inmigrantes de ultramar; el fenómeno fue de tal magnitud, que promediando la década del '10, un tercio de la población de Buenos Aires era extranjera.



Hubo, casi en idénticas proporciones, dos colectividades predominantes: la italiana y la española (destacándose los calabreses y sicilianos entre la primera y los gallegos, asturianos y madrileños entre la segunda). Ya ingresando en los primeros años del siglo XX hubo otras dos importantísimas colectividades que arribaron por motivos diferenbtes: los "turcos" y los judíos. Los llamados "turcos" eran en su inmensa mayoría individuos de origen sirio-libanés; producto de la descomposición territorial del imperio Otomano luego de la primera guerra mundial , ingresaron con pasaporte turco: la pobreza, las miserias y el hambre hicieron cruzar el mar a estas gentes. La inmigración judía tiene dos vertientes: el "eskenazi" o judio europeo (en su gran mayoría de países eslavos y luego de toda Europa) que se conoció en los barrios porteños con el mote a veces cariñoso, a veces despectivo de "rusos"; que llega de la mano de las miserias de la guerra y el hambre de la Europa de esos aos, pero fundamentalmente del antisemitismo europeo que, originario de la ead media, tiene un arraigo in crescendo desde 1850 para llegar a la exacerbación y barbarie del nazismo. Por otra parte, también de oriente medio y del norte de Africa y España, llegan los judíos sefaradíes; étnicamente de una fisonomía parecida a los inmigrantes musulmanes; llegan para sumarse a la comunidad de judíos blancos y conformar en la actiualidad la segunda colectividad de origen judío fuera del Estado de Israel, solo detrás de los EE. UU: . con casi un millón de individuos de esa religión. Curiosamente, turcos y rusos se asentaron en los mismos barrios porteños, donde convivieron en armonía, dedicados fundamentalmente al comercio donde se volvieron prósperos, hasta que el fenómeno de la globalización acercó la demencia de medio oriente hasta estas riberas.




Otras relevantes colectividades (aunque menos numerosas) llegaron en esos años, fruto de persecuciones genocidas; destacan la Armenia y los gitanos de Europa del este.


También hubo una cantidad importante de inmigranntesque llegaron bajo la forma de desplazados políticos: la revolución bolchevique y la gran hambruna que le sobrevino, empujó a un número inmenso de nacionalistas ucranianos, bielorusos (o "rusos blancos"); al mismo tiempo que el avance del totalitarismo en Europa de occidente, desplazó a familias enteras de militantes anarquistas y comunistas (alemanes, españoles, etc.). Curiosamente, luego de la desintegración de la URSS, un importante número de ucranianos, forma una de las últimas colectividades de reciente arribo que faltaría mencionar, para completar el actual mosaico de los habitantes de BuenosAires; esos que se siguen fundiendo en el crisol de razas que, trascendiendo el tiempo, perfilan las futuras generaciones de porteños.


La misma discriminación que sufrió el cocoliche, gallego o ruso; la misma promiscuidad de aquellos conventillos de donde nacieron las uniones que tuvieron como resultado nuestra bendita actual sociedad; la sufren hoy chinos, bolivianos, peruanos... Tal como los genoveses colorearon ese paisaje de La Boca que HOY nos parece pintoresco; tal como turcos y judíos transformaron a Once en la fenicia porteña; tal como los "cabecitas negras" del interior le pusieron nombre y apellido a las barriadas del conurbano (Villa Constructora, Villa Insuperable, etc.); tal como los gallegos le dieron tinte propio a la Av. de Mayo; hoy los bolivianos redibujan Liniers o Flores; los chinos Belgrano C, los paraguayos las zonas de Merlo, Moreno o La matanza; los peruanos el Abasto...


La dinámica de la ciudad no se detiene, las jornadas son más cortas, los penares los mismos, los sueños tan esquivos como siempre; el futuro... uno solo, en común.

domingo, mayo 20, 2007

Pibe de Barrio (en el 304 aniversario de Monte Castro)

Leo el último párrafo de la contratapa de Página/12 del sábado 5 de mayo: la puta, ¡Qué duro! pero cómo te cincela a mazazos el marulo Sandra Russo. Sandra habla de una niña de la calle que conoció y falleció por hambre en esta ciudad, a los once años. Finaliza su reflexión: "...¿Con qué derecho vivimos nuestras vidas de Wi Fi y msn mientras hay estómagos pequeños que se retuercen de jugos gástricos y vacío?..."

Me angustio hasta la desesperación: soy un sobreviviente; soy un pibe de barrio, nada más.

El problema es que ese grupo social casi extinto, del que declamo pertenencia; es la lápida de lo que alguna vez se llamó clase media, clase obrera o gente del común (que no es lo mismo que gente vulgar).

A veces pienso que la gente como Sandra, son intelectuales de élite que movilizan conciencias que no necesitan ser movilizadas, porque siempre estuvieron atentas. Entonces me pregunto, como solía hacerlo en el ámbito académico, cómo se llega a la gente común, al pibe de barrio que tanto tipo/a sano tiene adentro y el Gran Hermano y Tinelli le nominaron las neuronas y sentenciaron el pensamiento...

¿Qué es un pibe de barrio? En principio, a lo mejor muchas veces, un boludo grande como yo: lo de "pibe" no connota ni denota nada, es solo el mote cariñoso que liga la niñez de estos tipos con un origen de barrio porteño. El pibe de barrio tiene alguna o muchas de estas facetas, veamos.
Su querencia afectiva está marcada (como un fiel perro meador) en un radio indefinido de acotadas manzanas, que no reconocen los límites formales de la guía Filcar, ni la Dirección de Catastro; el paso del tiempo y las circunstancias que puden llegar a alejarlo del lugar, no atentan contra sus hábitos, sus afectos ni su memoria: el pibe de barrio conoce su origen y, lejos de renegar de éste, es motivo de orgullo. Una y otra vez vuelve a esas veredas donde comprará los fasos al circunstancial propietario del kiosko de siempre; donde lo saludarán añosas vecinas que supieron cagarlo a pedos de chico, donde encontrará por una casualidad provocada a ese amigo del que tan poco supo en los últimos tiempos y se deben tanta charla... Siempre se lo puede encontrar en el club, trenzado en un partido de truco, papi o simplemente tomando un vermouthcito, mientras garronea el diario en el bufet. El pibe de barrio no tiene edad: de veinte, cuarenta o sesenta, comparte los colores de la pasión deportiva local, el anecdotario, el boca en boca, los mitos...Y aunque la vida lo haya corrido algunas veces más o menos lejos, siempre encuentra la escusa para volver, porque se corta el pelo en el mismo lugar, donde Rubén, el hijo de Vicente, heredó esa profesión sin que nadie sepa el apellido de la dinastía; porque encarga el fascículo donde el canillita encaneció pero conoce nuestros hobbies o pasiones y siempre rescata ese ejemplar, porque la pilcha va siempre a "Tokio", donde el secreto de la tintorería limpia mejor (porque no te cambia al "ponja" por ningún franchising pedorro); donde los tilos y los aromos huelen más intenso; donde los jazmines de la primavera, su fragancia, el contacto con las paredes amigas o las ochavas cómplices, nos rescata a menudo de los tiempos huecos... las épocas grises. El pibe de barrio se pavonea por esas calles con las novia de turno; le cuenta mil anécdotas a sus hijos en largas caminatas; o se ahoga de muzzarella, cerveza y risas con los muchachos de la pizzería de toda la vida.
El viento de la vida sopla en el barrio, y desparrama a sus hijos por los cuatro puntos cardinales, aunque algunos quedan aferrados tercamente de por vida; pero el pibe de barrio nunca se va, siempre está volviendo, como en una sacra peregrinación donde renueva votos de fidelidad con su origen, su clase, su lugar... Muchos partieron a una sórdida nube de pedos en la estratósfera del status a bordo del cohete de Ménem, pero en el fondo nunca compartieron los rituales ni la alegría de pertenecer a este lugar de semejantes sin más jerarquías que las morales, siempre renegaron de su origen y partieron en busca de una cultura diferente. Otros apostaron mal y perdieron, y hoy engrosan las filas del país de cuatros de copas sin identidades propias, que necesitan vivir sus vidas espiando a la "caja boba", con la mente embrutecida y los malos hábitos de los miserables últimos lustros.

Yo creo que nunca me fui del barrio, ese que podría ser el tuyo o el de aquel; porque no se trata de un lugar en el mundo de los geógrafos, sino de un lugar en el mundo del corazón, esa víscera donde en el barrio todavía pensamos que habita el alma, y que se estruja de dolor cuando lee crónicas como las de Sandra Russo.

Dedicado a "José", el sodero de mi barrio, que hace un par de años volvió a tocar mi timbre cuando exorcisé los espantosos sifones de plástico de los super del 1 a 1.


Desde hace 48 años (más de los que llevo sobre esta tierra), José arremete cada mañana con el recorrido que llevará su reparto por los confines de Villa Luro, Villa Real, Monte Castro, Floresta, Devoto y Versailles. Antes, en la antigua sodería de Elpidio González y Virgilio, hoy en Panizza; siempre asoció su pregón a mi existencia: acarició mi cabecita de pendejo, fue la palmada amiga de mi adolescencia o el bocinazo de mi adultez... nunca cruzamos más que algunas palabras y vagas impresiones; pero él atesora secretos y recuerda confesiones, como mi perdición por los casi extintos "carcasa de aluminio", que son los que mejor se enfrían en los veranos tórridos... ¡salú la barra!

sábado, mayo 19, 2007

Caretas y más caretas

Elecciones muy interesantes a nivel de propaganda gráfica. Afiches mala leche, guerras de colores, pintadas sobre las gráficas del partido contrario, discusiones entre las campañas ("Estaría bueno..." o "Hizo el doble en la mitad de tiempo"), en fin, invasión de papel en las paredes.
A nivel personal me gustaron las de Teler-man, si bien no lo votaría ni empastillado. Como primera observación diría: ¿se dieron cuenta que quien menos muestra la cara en los afiches es Macri? ¿Será para que nadie recuerde la cara de boludo que tiene? Estaría bueno...

lunes, mayo 07, 2007

One Thousand Faces City I: Buenos Aires, an amazing mix



Stone shout: Le Park tower seems to reach Palermo's cloudy sky.



The tradition is alive: Sunday afternoon, in Mataderos neighbourhood takes place "Gauchos" shows; in the picture, "La sortija", a sort of game: catch a little ring with a small stick in a horse race.



On the hottests days of Buenos Aires summer, anything is usefull to refresh oneself.




A view of "North Catalinas" from de roof of Olivetti Building, over thirty floors in high.




Presidente Illia Highway. Buenos Aires traffic: such a mess!!



The "Riachuelo" in "La Boca". One of the most contaminated rivers around the world, is crossing by smalls boats carring people to one shore to another; today a colour note for the tourists moustly.





The everyday cars crashes: the "porteños" (Buenos Aires citizens) are, really, suicide-killers' drivers.




The old fashion and the new fashion: the fascination and glamour of "Puerto Madero" at the doors of the great river and the backs of the downtown.





Taking a rest in front of Malvinas War Memorial.

If you want particullary images of the city, please leave your comments: we're waiting for.

martes, mayo 01, 2007

Calles de Baires : Agujas de neón sobre las zonas oscuras del alma de la ciudad


Hace dos años que por las Calles de Baires caminan juntos dos yiros de Flores, un pibe con hambre, dos borrachos y un sueño, un peruano una bahiana la ilusión, dos pendejos un yuta un canillita y un mirón, un par de chongos un gringo que no recuerda ni su idioma, mil historias cien aventuras un amor, Baudelaire, Heidegger, Neruda, diez lágrimas muchas risas, mil ventanas lluvias brisa, vientos tormentas destellos, abismos angustias esperanzas, un fulgor...

Hace dos años, un nuevo rayo de luz atravesó las sombras de siempre e hizo nuevo de lo viejo, e hizo eco de los ruidos que mullen silencios ominosos e impúdicos.

Hace dos años que Callecita mueve su farol en las noches de todas las horas, para no dejar rincón sin hurgar... y nos propone imágenes para compartir sin pedir nada a cambio; y nos conmueve o nos demuele, nos invita o nos expulsa, nos avisa que ella va por la ciudad de la furia.

Todos habitamos la megalópolis, algunos la viven, unos pocos la conocen, muchos menos la moldean y todos estamos adentro.

Hay un eco de tacos en los adoquines ¡Feliz cumpleaños Calles de Baires! A tu salud levanto mi copa desde algún sórdido estaño...

La Reina del Plata vista por un pájaro(n)

Hace un tiempo tuve la oportunidad de viajar al sur en avión en un día maravilloso (lo que algunos llamaríamos "un día peronista")...