jueves, mayo 04, 2006

Megalópolis: el nido (novela atroz por entregas) Parte VI


V I

Corradi y Satraglia conversaban en aquel momento en la oficina del forense, cuando inresó un oficial bajo pero fornido en mameluco azul de fajina. Tenía ojos claros y mirada de halcón, parecía fatigado y las arrugas de su frente denotaban preocupación.
- Buenas noches intendente
- Venga Robacio, siéntese – invitó
- Está bien – agradeció el uniformado y permaneció de pie – Acá tiene los informes de laboratorio de las cenizas y otros detritos; quisiera los evalue usted mismo. – tendió un bibliorato a Corradi y aguardó.
El funcionario sacó lentes del bolsillo de su chaleco y comenzó a hojear el escrito, abundante en protocolos adjuntos, cromatografías, espectrofotometrías, cifras y estudios comparativos de punto de fusión mezcla, etc. Sobre cartulina había bolsitas transparentes abrochadas, numeradas con cifras y letras, conteniendo material de muestreo y patrones comparativos. Corradi pasaba las páginas y se detenía a leer las consideraciones y conclusiones de cada análisis.
Mostró un cierto asombro, luego enrojeció y dijo estupefacto
- ¿ Restos humanos ?
El principal Robacio asintió lentamente
Satraglia, sentado entre la posición de ambos hombres, miraba confuso.
- ¿ Las cenizas son restos humanos ? – repitió el intendente.
- No caben dudas – aseveró el perito –aunque no se pueda creer.
La mente del intedente divagó un instante imaginando un gigantesco campo crematorio, pensó también en el cementerio sur de la ciudad próximo al parque, donde cada vez que llovía intensamente flotaban los ataúdes en sus tumbas porque el lugar en donde estaba erigido era una barranca anegable, con frecuentes deslizamientos de tierra y lodo. Se contaba que una noche de fuerte y persistente lluvia, un hombre despertó alarmado en la miserable casilla que habitaba en la villa vecina al cementerio. No le prestó atención al arroyuelo que corría por el piso de tierra, lo que lo había sobresaltado eran los golpes que contra la desvencijada puerta daba un féretro que la correntada había arrastrado barranca abajo, justo por donde el arcaico muro se había desplomado con los cimientos podridos y socavados...
-...entonces se determinó la presencia de gran cantidad de azufre combinado, sulfuros exactamente. Hay también una presencia importante de elementos raros en la naturaleza, ciertos metales pesados, partículas radioactivas, algo insólito si se tiene en cuenta el...- Robacio seguía hablando, era evidente que estaba apabullado por las comprobaciones de su equipo y argumentaba como para que no quedaran dudas que podía haber un error grosero. Su perorata sacó de la ensoñación al intendente
- Espere, espere, no entiendo nada – le dijo confuso Satraglia. Tenía la descabellada impresión que el policía les estaba haciendo una broma pesada.
- ¿ Está seguro de lo que dice ? – Corradi cerró la carpeta
- Como de que el sol sale por el este
- Y esto, ¿ adónde nos conduce ?
- Todavía no pude analizarlo con el comisario Duronea; pero a mi entender esto tiene que ser un hecho premeditado, no encuentro otra hipótesis... pero el volumen de las cenizas es tan increible ¿cómo juntar esa cantidad ?
- Aparte ¿ con qué intención ?; Robacio, estamos hablando del asesinato masivo de un grupo de hombres armados y el montaje escenográfico de toda esa pantomima ¿en cuánto tiempo ?
Robacio levantó impotente los hombros.
- Además – continuó Corradi – podrían tener en la hipótesis de un atentado su explicación los extraños daños en las instalaciones; pero ¿qué mierda pasó en el suelo?, hace un rato me avisó Azcuénaga que hay una grieta que...
- Sí, ya lo se
En ese momento llego el jefe de la agencia de seguridad.
- Espere un poco Robacio – pidió Corradi – venga coronel, ¿dónde estaba?
- ¿Qué imagina?. Cuatro viudas, dos madres, diecinosecuantos hijos... y no poder dar ninguna explicación satisfactoria.
- Bueno, de todas maneras ¿tiene a esa gente bajo control? – cortó el intendente
- Sí, lo puedo manejar. No se preocupe.
El forense llegó a su oficina acompañado por el comisario Duronea.
- Estamos todos según parece – dijo Corradi
Entró a la oficina otro hombre más en guardapolvo blanco, un asistente del médico legista.
- Disculpen la demora caballeros – comentó el forense colgando su propio guardapolvo – pero quise hacer un trabajo a conciencia y no manejamos habitualmente estos emplazamientos para arribar a conclusiones definitivas.- tenía el escaso cabello aún revuelto por la cofia y lo impregnaba un fuerte olor a formol; era un hombre de aspecto bonachón, boca ancha y nariz prominente, su aire jovial contrastaba con la atmósfera cargada de preocupaciones.
- Doctor, por favor, coménteles – sugirió el comisario
- Sí, bien, esta gente tiene una causa de deceso común.- se restregó fatigado los ojos – Los cuerpos y sus ropas exhibían idénticas evidencias de los efectos de haber estado expuestos a una temperatura elevada, no se, quizás a cien o ciento veinte grados pero no hallamos aquí la razón de estas muertes.
- ¿Quién podría soportar tal cosa? – cuestionó el coronel
- Señores, digo que esta no fue la razón por el sencillo hecho que estas personas ya estaban muertas.- el forense se acomodó mejor en su sillón – Juan Carlos, por favor.
El asistente ofreció una copia del informe a Corradi, otra al coronel, a Satraglia, Robacio y Duronea.
- Van a hallar en mi informe, presuroso por supuesto, que invertí tiempo analizando tejidos afectados por fuertes radiaciones; asimismo hay evidencia de metales pesados en la sangre y distintos órganos.
El silencio con que los demás hombres seguían sus palabras, hablaba por sí solo de la importancia de sus revelaciones. Los últimos vestigios de claridad se fugaron por las hendijas de la ventana de ese despacho del tercer piso del edificio de la morgue judicial.
La escasa luz provenía de la bombita de una pantalla baja sobre el escritorio del forense
Este prosiguió
- Informado obviamente por Duronea de las circunstancias de estos fallecimientos, envié a mi asistente a tomar nota de varias impresiones sobre el terreno; con la correspondiente autorización. Hemos corroborado lo siguiente: todos los cuerpos fueron encontrados en un radio no superior a los veinte metros del lugar donde se produjo esa... fisura, o lo que sea, en el suelo. Estas personas habían convergido en este sitio, evidentemente alertadas por alguno de los que hacía ronda; los únicos en no concurrir son los de consigna en los ingresos del parque, por estar fuera de contacto auditivo o visual con esta área.
Y digo esto, pues los peritos determinaron que ninguno de los aparatos de comunicación individual de los muertos funcionaba.
- Es cierto – apuntó el coronel – y esos handie talkie eran de reciente adquisición.
- Bien, pudimos determinar también que tienen graves lesiones las retinas de los ojos de todas las víctimas, idénticas a las que produce la exposición prolongada de la vista a la soldadura eléctrica, pero magnificadas terriblemente – precisó
- El personal que me ha informado del tema de la grieta, habló de emanaciones nocivas- acotó Corradi – Los técnicos lo asocian a un fenómeno de tipo volcánico, o algo así. Han llamado a un equipo científico de la universidad para que trabaje en el parque.
- Sí, también fue informado mi asistente al respecto y aunque resulta insólito en nuestra ciudad, de haberse formado una fumarola en la corteza terrestre o algo semejante, podría explicar en gran parte las lesiones que encontramos en los cuerpos – encendió un ci
garrillo - ¿gustan?
Satraglia aceptó.
- He tenido la oportunidad de apreciar el aspecto de cadáveres fruto del efecto de emanaciones similares, ocurridas durante una erupción en centroamérica – comentó el médico legista – es posible establecer una semejanza.
- Es coincidente esa apreciación con la que la gente de veterinaria hizo sobre los restos de las aves y otros animales que les remitimos – dijo Robacio
- Entonces podemos descartar un atentado, sabotaje o siniestro por negligencia – declaró aliviado Satraglia – Si se trata de una tragedia provocada por un fenómeno natural, la podemos hacer pública en ese marco sin temores... digo yo.
El forense se inclinó hacia delante en su pesado escritorio y habló ahora con voz medida y profesional, pero evidentemente perturbado
- Amigo, esto es más complicado de lo que parece a simple vista – le confesó a Satraglia – Es probable que esos pájaros y bicharracos que sacaron fritos del parque hayan muerto por una fuga de gases tóxicos o incandescentes; o bien por la presencia de elementos altamente radioactivos, que también afectaron a los occisos, no se. Pero lo que sí les puedo asegurar, es que estos hombres murieron de miedo... aterrorizados por algo.
Todos lo miraron perplejos, con excepción de Duronea y el asistente que ya estaban al tanto de lo que revelaba el médico.
- Señor intendente, la causa primaria de muerte en todos los casos es infarto de miocardio. Un síncope fulminante en siete sujetos jóvenes, ninguno llegaba a los cuarenta años. Luego todo es concluyente; la postura de los cuerpos, sus músculos y tendones, la expresión de infinito terror en sus rostros... La agresión del calor y los elementos que les detallé antes, se produjo sobre tejidos muertos.- resopló como si se liberara de una pesada carga – Hasta aquí llegamos nosotros por ahora, el resto es asunto suyo – miraba a Duronea y a Robacio.
El asistente se retiró por una puerta lateral.
- Está bien – Corradi se incorporó – es evidente que estamos ante algo inusual. – meditaba el curso de acción.
- Es complicado que esto no trascienda – declaró el comisario
- Sí, es obvio. De curso al juzgado competente.- puso los informes en su maletín
-¿ Qué postura quiere adoptar ? – insistió Duronea
- Yo voy a tratar que la causa se caratule como “muertes accidentales”. Vamos a comunicar el siniestro a la prensa e inclusive comentarles que el fenómeno natural causó algunos daños materiales.- Lo observaban todos de pie ahora – Me parece sensato insertarlo en el marco de este extraño y quizás providencial movimiento telúrico.
- Sí, naturalmente habrá menos suspicacias – apoyó el coronel
- Mientras tanto – prosiguió Corradi – yo les ruego que continúen una investigación exhaustiva. Vamos a demorar cierta información hasta estar completamente seguros de lo que ocurrió allí.
- Más de uno va a aprovechar esto para rédito propio – aventuró Satraglia
- No se preocupen por eso. Momentaneamente mi gente se va a ocupar del periodismo y yo del juez y todas las implicancias políticas que pueda haber – Se puso el abrigo y los demás lo imitaron. Salieron de la oficina y los pasos tuvieron eco en el corredor vacío.
- Acá los dejo – les dijo a Satraglia a al coronel – por favor, resuélvanme todas las cuestiones con el personal; tienen todo mi respaldo.
Partieron dejándole con los dos oficiales.
- Duronea, el equipo que ustedes designen va a ser el que trabaje coordinando todas las pericias y acciones conducentes que crean necesarias; con la más absoluta libertad. Considérense bajo mi exclusiva autoridad.- Levantó el índice de la mano derecha – Sean lo más discretos posibles, no les tengo que hacer notar que no hace falta que llegue a conocimiento público o parlamentario, algún detalle que complique más la situación, o indicios de que la misma está fuera de control.
Se volvió para marcharse, dio dos pasos pero se detuvo y agregó
- El sábado a la noche, este quilombo tiene que ser historia
Eran las veinte y treinta del jueves.
Partido Corradi, los policías retornaron a la oficina del forense; éste también se aprestaba a salir
- Présteme un minuto el teléfono – pidió Robacio
- Sí, como no – acercó al principal un aparato verde.
- Voy a avisarle a Aguirre – le dijo a Duronea
- Sí, perfecto. Decile que lleve su grupo al lugar – el comisario tomó un cigarrillo que el forense le ofrecía
- Doc, no puede haber alguna otra causa? Algo que ...
- Duronea, mi oficio es leer las vísceras y créame que es lo que mejor hago. Lo lamento pero no hay nada más ...
- Le creo, gracias igual
Sobre el escritorio había un sobre con fotografías, se las tendió al comisario
- Mírelas y escudriñe esos rostros
Las caras de los muertos aparecían amplificadas desde distintos ángulos.
El policía comprendió con claridad a qué hacía referencia el médico.
- Listo – Robacio había terminado la comunicación
El comisario guardó las ampliaciones en el sobre, perturbado.
- Sí, vamos
El forense les detuvo
- Espérenme que voy con ustedes
En el pasillo les dijo algo nervioso
- Espero que no se rían de este viejo choto, pero aunque tengo vistas muchas cosas, esto de hoy me ha metido miedo ...
Lejos estaban los policías de reirse de lo que ellos tampoco se podían explicar.
Continuará...

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