domingo, agosto 20, 2006

Megalópolis: el nido (novela atroz por entregas) Parte XIV

CUADRO DE SITUACION IR AL INICIO DE LA NOVELA

Parte XIV


A las tres y media de la tarde del viernes, Corradi usó el teléfono de su despacho.
- ¿Estamos todos?
- Sí señor -contestó su secretario privado
- ¿El presidente volvió a llamar?
- Dos veces señor - y agregó - Llamó también otra persona, varias veces y a su directo
- ¿A mi directo? ¿Quién?
- Solo dio su nombre: Enzo
- ¿Quién carajo es? ¡¿Y cómo tiene mi directo?!
- No sé señor, pero habló como si llamara al vecino. Señor...
- Está bien, dejalo, en todo caso si llama otra vez, que la policía ubique la llamada
- Señor... esta persona fue muy insistente: desea verlo
- ¿Qué? Sí, yo también, yo quiero ver a Madonna en la ducha, bueno dale que...
- Perdóneme señor, me parece importante que en cada ocasión que llamó insistió en que él sabe qué es lo que está pasando, pero que solo se lo revelará a usted si...
- Está bien ya de boludeces, dejalo así; me voy a la sala de gabinete - Corradi cortó la comunicación
Pasó dos estancias contiguas, llegó a un corredor y bajando un piso por escalera abrió la puerta de dos hojas de la sala revestida en roble de eslavonia. Un par de asistentes trajeron un monitor de video, una reproductora de videocassettes, un proyector y cantidad de fotografías ampliadas. Otro acercó mapas a una mesa de trabajo
Estaban el Comisario en Jefe de la Policía Metropolitana junto a Duronea y Robacio; el Jefe de Bomberos, el de Defensa Civil y además Levenssen, Abadi, Marisa Loeckemayer -la joven geóloga-, el conductor del blindado único sobreviviente del Grupo Gris y otro superviviente sorpresivo: Guzmán, el secretario del infortunado Azcuénaga, el administrador del Parque.
Terminaron de acomodarse, las luces amortiguadas no ocultaban los semblantes mortecinos y cansados de quienes no habían dormido, sujetos a gran tensión.
- ¿El Profesor Akanabe? - preguntó Corradi sin dirigirse a nadie en particular
- Se encuentra internado en el Hospital de Emergentología y Catástrofes; recuperándose de sus heridas - le contestó la chica
- Me alegro sinceramente
Corradi estaba medicado por la tensión acumulada y particularmente por el shock que le produjo la muerte del administrador; Azcuénaga era un tipo leal, por quien sentía aprecio, alguien que no lo adulaba sino lo valoraba; para él que estaba en una posición donde se extinguen las amistades esta relación era lo más cercano: era un buen hombre.
Todos los participantes de la reunión habían sido asistidos médicamente y se les practicó una rápida evaluación psicoemocional para determinar si estaba en comisión de tomar parte del encuentro. Aunque pareciese prematuro, la situación exigía reunir yodos los fragmentos de la información y los que debían exponer sus conclusiones debían hallarse lo más lúcidos y desapasionados posible para encontrarle un sentido a la secuencia de acontecimientos y la secuela de desastres que se encadenaron en un casi inverosímil crescendo en las últimas 35 horas. Dos médicos y un psiquiatra forenses, calificados por la policía, participarían de la reunión. Se esperaba entonces ´para empezar, que arribara la tripulación del helicóptero del ejército.
Al llegar esta última, los militares fueron conducidos a la sala donde se disponía la reunión.
Corradi se hallaba en un salón con una mesa de directorio para veinte personas, con una pantalla dispuesta en uno de sus extremos. Solo, sentado en el medio de uno de los laterales, había reservado el sitial de la cabecera libre, para que se turnaran los expositores. Los médicos se ubicaron en unos sillones laterales, estaban allí como observadores y por si alguien sufría algún tipo de indisposición.
El intendente, que a las doce y media de la noche anterior ya se hallaba durmiendo, fue despertado por el Jefe de la Policía Metropolitana a las dos de la mañana, para imponerlo de cuanto estaba ocurriendo. Se vistió y junto a su secretario privado aguardó noticias en el estudio de su casa. Alrededor de las tres y media de la madrugada, lo llamó gente del ejecutivo para preguntarle si debían despertar al Presidente. Pidió algo de tiempo. A las cinco fue el Presidente mismo quien habló extensamente con él; Corradi especuló sobre subversión política, maniobras para enturbiar la campaña, sabotajes para poner en evidencia debilidades de la gestión; pero el primer mandatario le habló de evacuados, prensa nacional e internacional, movilización masiva de medios y efectivos
- Un hecho policial es un enfrentamiento - argumentó el Presidente - Usted tiene ahí un combate fuera de control, con numerosas víctimas, daños materiales incalculables y que se prolonga en el tiempo, en el corazón de la ciudad - había agregado agriamente
- Necesito algo más de tiempo para determinar con claridad qué está ocurriendo -le pidió el intendente disgustado a su vez
- Controle la situación o voy a tener que pensar en una intervención federal e incluso en convocar a las fuerzas armadas - el Presidente cortó sin más comentarios
Corradi se quedó lívido de furia. El maldito histérico muerto de miedo lo había emplazado.
Saliendo de un ensoñamiento en el que revivió esos momentos, vió los rostros de los que iban tomando asiento sobre los mullidos sillones de altos respaldos. Aguardó hasta que todos se hubieron acomodado: nadie lo hizo en la cabecera.
- Nada de lo que aquí se diga debe preocuparles en cuanto a un reparto de responsabilidades, derivaciones o consecuencias de la evolución de los acontecimientos ¿soy claro? - comenzó diciéndoles sin preámbulo alguno - Necesitamos toda la verdad; las mentes lo más despejadas posibles. Esto no es una sesión oficial: no se toman notas, no se labran actas, no se graba, no se filma; los únicos presentes que no están directamente involucrados son los médicos que nos han revisado. Les ruego se turnen para exponer - con un movimiento del mentón señaló el sillón de la cabecera - No se exijan al límite, si deben descansar, sigue otro. Trajimos todo el material técnico que se pudo reunir como soporte de evidencia física.- Hizo una pausa, como si pensase por dónde seguir - Nuestro único objetivo es controlar la situación, para tranquilizar a la población y al gobierno nacional, para eso necesitamos saber qué es lo que ocurre allí; no debemos abandonar este salón sin haber clarificado ese punto y fijado un curso de acción.



Dos asistentes ingresaron con sendos carritos repletos de viandas y jarros de café y bebidas; poblaron la mesa y salieron rápidamente.
- Una última cosa - agregó Corradi - Es obvio que la inauguración del parque; el lanzamiento de campaña y los aspectos políticos que iban en esa dirección, virtualmente han desaparecido de toda consideración; les ruego entonces enfocarnos en resolver el grave problema del momento, lo demás se remonta antes o después...
Miró al Oficial Superior de la Policía
- Jefe - rogó con un movimento de cabeza
El hombre ocupó la cabecera
- Señores - dijo mirando a sus oficiales subalternos y suboficiales - Bien saben que podría pedirles que aguarden en antesala su turno para hablar; pero con el señor intendente hemos concluído que como una prueba de confianza a su profesionalismo y, para que puedan confrontar lo que escuchen y vean con lo que ustedes vieron y oyeron, es lo mejor que estén presentes durante toda la reunión. No tengo que indicarles que en el caso de ustedes, cualquier filtración de lo que aquí se trate tendrá consecuencias mucho más graves que una sanción reglamentaria y un sumario interno... - las cabezas de los aludidos asintieron como tiradas por un mismo piolín - Caballeros, no tenemos control sobre lo que queda del parque - afirmó, ahora dirigiéndose a todos los presentes, moviendo la cabeza rapada hacia ambos lados al hablar - En un chequeo rápido hemos comprobado que no queda allí ser humano alguno y nos limitamos a cercar el perímetro de la zona, alternando fuerzas de comisarías con algunos grupos especiales y bomberos de la institución - tomó agua - Pero en realidad, sea lo que fuere lo o los que están en el parque, se han fortificado solos. Lo que desconocemos es qué se proponen y si tienen capacidad ofensiva y hablo en estos términos porque estoy convencido que aquí está presente la mano del hombre, no sé con qué propósito ni de qué se están valiendo si no son seres humanos lo que hay allí adentro; pero no nos dejemos vender historietas: hay una conspiración tras esto, ocurre que con un despliegue sin precedentes en cuanto a capacidad de manejo de los elementos, la logística, la sorpresa y la crueldad - arrastró entre dientes esta última palabra - la escala de destrucción y la osadía de quien está haciendo esta maniobra no deja lugar a dudas: es el poder lo que está en juego - se levantó de la cabecera - Comisario Duronea, por favor- pidió e intercambiaron sus lugares
Prendieron el proyector y apareció en la pantalla un mapa de la zona con un nivel de detalle importante.
- Vamos a recopilar los hechos - arrancó Duronea - partiendo de la premisa que ya no creemos que esto sea un movimiento de distracción para golpear en otro lado:no se puede ignorar que la magnitud de lo que está ocurriendo va a tomar estado público con la fuerza de un tornado; el objetivo está allí. -Hubo algún rumor - Alrededor de la una y veinte de la madrugada se estaba trabajando vertiginosamente para el reacondicionamiento del parque; toda el área estaba acordonada y bajo control policial - hizo una pausa, se acercó a la otra cabecera e hizo un trazado con un crayón sobre zonas de la pantalla - El único problema residía en el mecanismo o algunos mecanismos de la torre y, alrededor de la una treinta, el capitán Aguirre, a cargo del Grupo Gris, me informa que detectan un intruso en la torre, lo que reforzó nuestra hipótesis de un grupo comando o algo así -La sala escuchaba espectante -El oficial utiliza procedimientos idóneos para el desalojo y toma medidas para proteger al personal civil.
- Ahí nos llama a nosotros - intervino con voz un tono más alto de lo conveniente el policía que conducía uno de los blindados
- Gracias por la aclaración sargento; le ruego que aguarde se le interrogue al respecto - lo reprendió secamente
- Sí señor, discúlpeme señor.
- En esas circunstancias se produce el primer ataque - continuó Duronea - Consigue elevar un ascensor bloqueado y arroja o arrojan, porque no sabemos cuántos son o eran en ese instante - aclaró y todos se miraron un instante- los tanques de gas lacrimógeno que, por las características de sus reguladores, estallan en fragmentos hiriendo a varios hombres gravemente por la metralla
- ¿Había habido algún contacto con los intrusos? - preguntó Corradi
- No, que yo sepa
- Lo escuchamos por el intercomunicador de la torre - intervino Levensson - pero solo gritaba incoherencias, palabras en latín o algo así, risotadas... como un maniático - tuvo un escalofrío al recordar esa voz
- Lo concreto es que se repele el ataque con un lanzagranadas de aturdimiento y fusilería - retomó Duronea - En ese momento me comunico con Aguirre y le mando un helicóptero artillado, un Augusta A109, a su pedido y bajo su comando. Hago retornar un Gazelle que balizaba la zona y recorría el perímetro, para armarlo también y no saturar el espacio aéreo. Aguirre coloca dos hombres en la nave para que accedan a la torre por el observatorio y la tomen por asalto. Son bajados en lo alto, hacen el enlace radial, pero en cinco minutos más o menos, algo sube, los destripa y los arroja como peleles atados a sus propias cuerdas -tomó aire - Suponemos que el piloto de la aeronave entró en shock, o vió algo, o... -pensó un instante y como si hiciese falta dijo- Es gente disciplinada, que no actúa sin órdenes o por impulso -meneó la cabeza, él mismo no podía explicárselo - Concretamente, utilizó su armamento destruyendo el observatorio; lo destrozó desde unos ochenta metros de distancia de tiro efectivo y casi al unísono de las explosiones con que se desmoronó la parte superior de la torre, el helicóptero cayó... -hasta ahí llegó con la secuencia del relato
- Intendente - dijo entonces - a esa distancia, la deflagración de explosivos de ese tipo, en una estructura de ese tipo, no maciza, no tendría que haber alcanzado a la nave y por el aspecto de esa primera explosión, no parece que los intrusos tuvieran otro material explosivo allí; pero yo no lo ví directamente, creo que es el turno del relato del sargento -miró ahora al ansioso subordinado- Luego continuaré yo el análisis
Intercambiaron lugares.
- Bueno, yo había ubicado al vehículo a un costado de esa fuente grande en la rotonda donde termina el acceso principal del parque -arrancó su relato de un tirón el superviviente del Grupo Gris - Aunque el puesto de mando del blindado tiene una escotilla superior vidriada para poder visualizar aeronaves, estaba demasiado cerca de la torre para poder ver bien lo que ocurría tan arriba - aclaró
- Cuéntenos sólo aquello de lo que esté seguro - le dijo Corradi
- Bueno, yo levanté la vista cuando estallaron los cristales y cayeron los cuerpos de mis compañeros, la caída de los tubos de gas me tomaron de sorpresa ahora, cuando escuché el ruido, supe que había vuelto a arrojar algo. Yo diría que en menos de diez segundos el Agusta abrió fuego; al helicóptero en realidad ni lo llegue a ver, porque disparó desde atrás de mi vertical, de pronto estalló la cima de la torre y supe que eran proyectiles del helicóptero, ví ese tipo de impacto antes; luego sí, apareció el aparato en mi campo visual, avanzó lentamente mientras ametrallaba lo que quedaba allá arriba, además creo que yo retrocedí con el vehículo, no estoy seguro... - Daba la impresión de estar viviendo todo nuevamente y fijó sus ojos en la luz de la sala un instante
- Vi como empezaba a desmoronarse la estructura, los vidrios que caían y, ahora que recuerdo ¡recién ahí veo bien al helicóptero!, intentó un giro después de la explosión, pero... eso que...
- ¿Pero qué? - apremió el intendente que seguía ansioso sus palabras- Algo saltó, o más bien algo salió disparado desde los restos de la torre y lo aferró...
- ¿Aferró qué?
- Al helicóptero ¡Y lo hizo caer! - el sargento seguía mirando el techo de la sala - sí, eso fue
- ¿Está seguro de lo que dice? - preguntó Duronea
-Sí, sí. Era como una masa ardiente, como una brasa ardiente, con un brillo raro, dorado no rojizo, metálico.
- Sería algún fragmento de la estructura que se proyectó incandescente
- ¡No! ¡Lo aferró y se volteó en el aire!
Corradi reparó en Abadi, que asentía con la cabeza.
- ¿Usted también lo vió? -Preguntó Duronea al ingeniero
- No, no ví qué la derribó, pero sí me di cuenta que la aeronave no estalló en el aire, sino al chocar contra la tierra. El olor a combustible JP1, la deflagración, el fogonazó al tocar el fuselaje el suelo hechando las chispas que provocaron el estallido: nos salvó estar en el blindado - agregó -al explotar el observatorio corrimos a ,meternos adentro por temor a la lluvia de fragmentos; no todos llegaron a ponerse a salvo - lo asaltaron las imágenes de la carnicería alrederdor del vehículo.
Corradi se apretó el entrecejo con el índice y el pulgar.
- Continúe sargento por favor - dijo
- No sé, fue un segundo más y vi como se nos caía casi encima el helicóptero, con el rotor para abajo, como en cámara lenta. En ese segundo me quise tirar al piso de la cabina de comando de mi vehículo, pero estaba con el arnés agarrado al asiento y no me pude sacar el cinturón a tiempo: estalló al lado nuestro y la onda expansiva, asombrosamente, nos volcó; pero peor fue lo del otro blindado que llevamos, lo ví a la mañana: aplastado, reventado como si lo hubieran laminado, lo curioso es que no aparecía cerca ninguna estructura de peso como para haber hecho tanto daño...
- Está bien sargento. ¿Ingeniero? - invitó a Levenssen a tomar la palabra. Éste se sentó pensativo en la cabecera.
- Es cierto - dijo - cayeron dos cosas diferenciadas de los escombros: el helicóptero y algo más, que no solamente aplastó a un vehículo de once toneladas, sino que con un tremendo impácto que lo incrustó en la tierra, provocó una erupción de roca y escombros que, creo, nos salvó la vida a Akanabe y a mí porque por esa tierra que nos tapó, no nos alcanzó la llamarada de la explosión.
- Señor, si me permite, yo sé lo que fue: yo lo ví, sí, yo lo ví
Como tiradas por la misma soga las cabeas giraron hacia el piloto militar, que miraba al intendente con la cara encendida y las mandíbulas apretadas de la tensión nerviosa. No hizo falta la autorización, el silencio espectante le hizo seguir.
- Es una especie de animal o, no, no... son varios
- ¿Cómo? ¿De qué habla Teniente?
- Señor, el Teniente tiene razón, yo también los ví señor - dijo el copiloto de ejército, muy joven y algo exaltado al respaldar a su superior
- Ay Dios - bufó Corradi - A ver...
- Gracias señor - dijo el piloto antes de seguir - Cuando llego al parque señor, me concentro en no tocar nada, no engancharme con nada ¿vio? Quiro decir, había parantes metálicos, cablerío, columnas, muchos escombros amontonados ¡y un viento cruzado terrible!
-
Lo mismo me dijeron los muchachos del Gazelle y me pareció inconcebible - acotó Duronea
- Es cierto - comentó Robacio, hablando por primera vez - donde nosotros estábamos había una calma chicha total
- Aparte se me había caído todo el instrumental de vuelo - siguió el militar - que, como en ese aparato no es digital, no me llamó la atención en un principio porque sabía que había anomalías magnéticas que podían provocar eso.
- ¿A raíz de qué?
- Ah, no sé, me lo habían comentado y me dijeron además que los de la universidad decían que tenía que ver con los cambios en los suelos, la composición en metales...
- Siga - indicó el intendente
- Bueno, yo bajé lo más cerca que pude de la tanqueta volcada y el aparato de la policía, el Gazelle, se elevó un poco más para hacerme de soporte y cobertura; creo que también estabna sin instrumentos, sólo andaban los altímet4ros que trabajan por diferencia de presión con la atmósfera y no en base a sensores electrónicos, en esta nave por lo menos...
- Está bien, los detalles técnicos después los vemos
- Los sanitarios subieron primero a un hombre herido, con un brazo roto y quemaduras superficiales; los otros cuatro que subimos, estaban aturdidos pero ilesos; el mismo sargento hizo subir rápidamente a todos - con un gesto señaló al hombre del grupo gris
- Yo en ese momento escuché los gritos de Azcuénaga y me quise tirar para ayudarlo -apuntó Levenssen, todavía sentado en la cabecera
- Ya estaba por dar potencia y un hombre apareció corriendo como a cien metros o más, por entre lajas, arbustos quemados, tachos; como siguiendo un sendero que aparecía desde donde había quedado un puentecito todo retorcido
- Era el acceso principal - Le dijo Abadi
- Yo... - el piloto entrecerró los ojos -vi venir corriendo al pobre desgraciado., tropezando con todo: caños, bancos, cajones...
- ¡Lo corría un perro! - dijo exitado, sin poder contenerse, su copiloto; un alférez de piel muy blanca y ojos saltones - ¡Enorme!
- Sí, es cierto, lo perseguía... yo pensé que era una especie de gran danés o algo asi; pero no, no...
- Teniente, por favor,esté seguro de lo que me dice - Corradi lo miró sin agresividad pero fijamente
- Esa bestia lo alcanzó; igual el tipo ya estaba hecho pelota: tenía dos o tres cortaduras largas en la ropa, sangraba por el pecho y las costillas...
- ¡El Gazelle también lo vió! - vociferó nuevamente el alférez
- Sí, es cierto; cuando se paró en dos patas les pregunté a ellos si lo veían y fue afirmativo... pero eso no era un perro; era una maldita bestia con un cuerpo como el de un León o algo más grande: erguido parecía como de tres metros y su cabeza, o sus cabezas... La verdad es que ya no sé bien lo que ví- se detuvo dubitando
- ¿Alguien me puede explicar de qué carajo estamos hablando?- dijo Corradi con furor: no aceptaba lo que esa gente, tan profesional en lo suyo, le estaba diciendo; pero también se daba cuenta de la perturbación con la que narraban y el temor casi irracional en sus rostros, que les hacía perder conciencia de la fragilidad de su continuidad en funciones: algo de todo eso debía haber ¿¡Pero cómo?!
- ¿Usted alférez? - preguntó Robacio, viendo que el exitado joven aún quería agregar algo más
- Es como dice el comandante señor: alto, con patas con dedos largos, como dedos de humano pero más largos y uñas negras como garras, con filo de navaja, o más bien como las uñas de la garra de un ave de rapiña; no sé bien pero... ¡de un manotazo lo cortó en tres!¡Como cortar por sierra a una media res! Y sus ojos, eran amarillos, de reptil, ¡Horribles!- el chico no estaba bien y varios en la sala lo notaron - Lo mató como de rutina; mientras lo descuartizaba... nos miraba a nosotros con odio profundo ¡Como expulsándonos! Sí, deseaba aterrorizarnos - el chico comenzó a tartamudear nerviosamente - Lo desgarró y lo arrojó de lado como quien se deshace de algo desagradable, desparramó lejos sus despojos, ¡Oh, Dios!
Uno de los médicos se acercó al muchacho y le habló al oido.
- No, no, estoy bien, gracias
- Está bien alférez - le dijo Corradi agobiado -Puede retirarse
El muchacho se incorporó y mirando a su comandante le dijo como si descubriera algo:
- Teniente, quizás la cámara lo tomó
Asintió el superior con la cabeza.
- La traje, anda tranquilo y reportate con licencia
Lo retiraron de la sala bajo fuierte custodia policial.
- ¿Qué cámara? - preguntó Duronea
- El Bell es una máquina polifuncional - Explicó el oficial de ejército - A veces, en ciertas misiones se filma algo. Tiene para eso una cámara sobre el "sol de noche"
- ¿El reflector de seguimiento?
- Correcto. No es gran cosa, lente de 12 X, zoom de lento enfoque; porque está pensada para reconocimiento a gran escala durante una incursión. De cualquier forma llegué a activarla, aunque no sé si tomó algo de valor... - y depositó sobre la gran mesa, un grueso cilindro de metal pulido con una lente en un extremo, de más de veinte centímetros de largo, del que salían unos cables rematados en fichas; más bien parecía un pequeño telescopio. Todos miraron expectantes el dispositivo inanimado, como en espera de una revelación.
Continuará...

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